sábado, 11 de octubre de 2008

¡Pero qué bien que lo pasemos!

Que me llamó el cuñado el otro día, el de la multipropiedad, que resulta que han descubierto que Carracedo, uno que tiene el adoselado justo a la vera suya y que está todo el rato frotándose las manos como los curas, es director de una sucursal de la Caja de Algo. Y yo que no estaba para muchos trotes, ya se imaginan, el Airis, la noche toledana. Y es que me ayer me ocupé con la Anamari, una que lleva poco tiempo y que de joven era forzuda de circo, de esas que sujetan a siete con un brazo. A mí no es que me guste particularmente, pero era lo que había, dijo la jefa, y si no vas a consumir ya te estás largando a tu casa, que aquí no estamos de institución.

Y la Anamari que me dejó hecho un nudo de los que llaman de puño de mono, pues eso. Que no tenía ni para levantarme de la vida. Que te vengas coño, y yo que no, que nos vamos a descojonar, que me duele todo, que eres un pesao, que te digo yo que verás que bien…

Pues así hasta que ya le tuve que decir que sí, que mi cuñado es muy sostenido y no le valen los negativos cuando se pone intencionado. Pero si es que lo vamos a pasar de descojone, que mi hermana dice que no le apetece, que está con la moviación y que allá cuidaos… Tú me dirás. Pues si vas a estar así todo el rato, pues ya te digo.

Me recogió y todo a la puerta del portal, que se ve que el hombre tenía ganas de que fuera. Y a mí que me dolía todo, pero a ver qué le dices al muchacho, con la de ilusión que llevaba puesta encima.
A media mañana ya estábamos en Miravistas del Peazo Montaña Ésa, que es el letrero que pone a la entrada de la urba donde el multichalé de mi cuñao y su señora misma. Fue vernos llegar y ya se puso todo el mundo como de los nervios. Que parecía mentira, que se les iba a ir y luego ya no le pillaban, y para una vez que se presenta una situación así, pues eso, que parecía mentira.
Y venga todos a opinar, y uno decía que le partiéramos en dos con la motosierra, y los demás, pero qué bruto eres, no ves que así no nos dura nada, y otro que mejor colgarlo y hacerle cosquillas en los pies con una pluma, y tampoco hay que quedarse tan corto. Majarle a palos fue lo que más votos tuvo.

Pero no se crean que nos pusimos ya a la cosa, que alguno hubo que se puso intenso con que quién era yo y que aquello era sólo para propietarios. Bueno, siempre tiene que haber uno de esos, en todas las comunidades hay mínimo uno, cuando no casi todos, como en la mía, ya mejor les cuento otro día.

El caso es que llaménlo las prisas, llaménlo que Carracedo en cualquier momento se cogí el coche para irse de corderada, hubo que tomar una decisión y menos mal que mi cuñado no es persona tímida ni desvencijada y empezó a ponerse ejecutivo y la gente pues como que estaba necesitada de guía y le hicieron caso y todos a una, como ninguna.

Que nos metimos en casa del banquero y le corrimos a hostias por todos los restos del robledal, y luego le atamos y le dimos más y en los pies y en la cara, y le arrastraron atado al cuatro por cuatro de uno que no hacía más que quejarse de que le íbamos a rayar la pintura metacrilada. Que hay que ser capullo, preocuparse de esas nimiedades cuando uno lo está pasando bien.

Y luego le metimos en la fosa séptica a ver si flotaba, pero no. O el tío sigue allí esperando a que nos vayamos, que el caso es que yo creo que tres horas sin sacar la cabeza son muchas horas, aunque claro, es el único banquero que he conocido en vida y a lo mejor esa gente en donde se encuentra en su habitar natural es en la mierda que no quería yo decir la palabra, pero mira como al final, la he dicho.

Pero hay que ver cómo son los banqueros de rencorosos. Que no sólo te deniegan la solidez crediticia, sino que encima se mosquean cuando les corres a hostias por la urba. Es lo que dice uno de la séptima, que si no entienden una broma, que se marchen del pueblo.

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