You know I went home last night
Sat down on my bed and cried.
lunes, 31 de diciembre de 2007
jueves, 27 de diciembre de 2007
Las buenas familias no se pelean por Navidad.
miércoles, 26 de diciembre de 2007
El mejor homenaje: retrato robot de los que acuden a mi por primera vez.
lunes, 24 de diciembre de 2007
Historia de la Mío - 4
Al menos, consuélense con una cosa, estos tipos no dan mucho de sí y a poco que se sea listo, se los puede uno merendar. Continúen con la historia de lo mío y ya verán.
Copa de la empresa, en plena calle del ensanche del centro del barrio fino. Sitio trendi, música fina, muchachas con piernas debajo de las tripas. Y una caterva de gentuza como el que aquí pone las letras en plan “esta noche me lo voy a beber todo por cojones” .
Como ésta es la historia de Alcocer y su cuchillo en la garganta y de por qué lloraba Moreno la nueva, me van a permitir que me ahorre lo de la fiesta. Vomité digamos que no tanto como el caudal del Ebro en Tortosa, pero sí una cantidad razonable como declarar el local como zona catastrófica. En concreto, hay una muy perruna de Legal que quiere hacerme pagar por sus zapatos. Sabrá mucho esa de abogados, pero yo más de hacerme el sueco. A ver quién y cómo llega antes a la conclusión de que lo nuestro es imposible.
Pero como decíamos ayer, que diría San Juan de Aznalfarache -el de las tortas de aceite de Inés Rosales que en realidad son de Castilleja de la Cuesta-, yo, así de vomitado y resacote, no estoy para ir a ver a nadie, y mucho menos a Alcocer y su cuchillo o a Alcocer y su despacho. Mejor lo dejo para otro día.
Lo que sí, y ahora que me acuerdo, que la nueva no paraba de bailar y echar risas. ¿O acaso era el pedo? Estaba ahí muy de apretarse con el Fernández-Agrio. Y sin disimular ni nada ¿Serán familia? ¿Tendrán algo que celebrar?
No puedo seguir pensando. Cierro los ojos. Soy una torta de aceite.
viernes, 21 de diciembre de 2007
Grandes Personajes del Momento de Ahora. Hoy: Sol Il Zo
Se va a cagar la perra.
N. del A.: todos los personajes que aparecen esta sección son reales y verdaderos. ¿A que acojona?
martes, 18 de diciembre de 2007
domingo, 16 de diciembre de 2007
Dos millones de comidas de empresa.
Cuatrocientos veinticinco mil graciosos, chistosos y fenómenos.
Y un par de taxis para todos.
jueves, 13 de diciembre de 2007
Diccionario Breve de Términos Empresariales Gilipollas. Hoy, el Trabajo en Red.
Para empezar, levanten la vista de su sitio. ¿Qué es lo que ven? Me refiero a quitando los teléfonos, las papeleras, los boxes con las fotos de los críos, las plantitas, los botes de lápices, las pantallas de los pecés con sus muñequitos colgando, el calendario tachado o los salvapantallas de Mijatovic celebrando la séptima... ¿Qué es lo que ven?
¿Nada? A ver, piensen un momento. Algo más habrá, ¿no? Tienen cabeza y piernas y son esas cosas que están hablando por el teléfono o tecleando. Hay un grupo de ellas en la máquina de café, justo a la izquierda del despacho del jefe. ¿Ya? Se llaman personas. Son como usted y como yo, bueno, con una diferencia: ellos son gilipollas, usted también, yo no. Aunque a efectos del curso, vamos a asumir (que ya es asumir) que usted no es gilipollas. Es que si no, no nos va a quedar lo mismo.
Hasta el día de hoy, usted tiene un jefe. Normalmente, será como el mío, imbécil, trepa y con acné. Bueno, y un acojonado de cuidado, pero de eso habrá ya tiempo de ocuparse. Tiene un jefe y unos tíos y tías asquerosos que se pelean con usted a la hora de repartirse las vacaciones, los aumentos de sueldo y el reparto de objetivos. Eso se llama Departamento y sirve fundamentalmente para agrupar las reses, pero dentro de un edificio de oficinas. El Jefe del Departamento a su vez tiene otro jefe y así se van sumando hasta hacer un arbolito que se llama organigrama y que ayuda a dividir a la gente en dos tipos: los que disfrutan con ellos -y los dibujan y los corrigen, los celebran, los explican muy serios...-, que es gente que se podría emparedar sin que ocurriera gran cosa, y el resto de la humanidad que no pintamos organigramas ni puta gracia que nos hacen, más que nada porque constituimos el relleno de los mismos suyos.
Bueno, pues los organigramas una mierda pinchada en un palo comparados con el trabajo en red. Y llegamos a lo primero que deben aprenderse: la palabra paradigma. La palabra paradigma es como muchas otras palabras (configuración, sistema de valores, entorno metodológico) que sirven para que unos tipos con corbatas rosas y camisas con sus iniciales le metan unas facturas de aúpa a la empresa y encima haya que darles las gracias. Se llaman consultores y sólo se puede ser de los buenos si tienes apellido compuesto y tu padre llegó a cazar con Franco. Puntúa mucho menos si se quedó sólo en el Marqués de Villaverde.
Ni puta falta que hace saber qué es un paradigma, sólo se necesita saber que cambian. Y poner una voz ahuecada y resonante al decirlo: "el paradigma ha cambiado". Y cara de estar cagando piedras, fundamental. Por ejemplo, ahora su Departamento (esa gente molesta que tiene a su alrededor) ha dejado de serlo para convertirse en una Comunidad. De vecinos, no, virtual, comunidad virtual.
En lugar de las estructuras jerárquicas (el jefe es el que manda y esas cosas), ahora somos un equipo. En vez de relaciones de poder, ahora somos una asociación entre iguales. Si antes cada uno tenía que hacer su trabajo y a callar, ahora somos una comunidad de intereses donde todos aportamos en función de nuestro talento o área de especialización. Su jefe ya no es su jefe, es un miembro más del equipo. Tampoco se le vaya a ocurrir que eso significa que ya no tendrá prerrogativas sobre su sueldo, que se os da la mano y os comeis el brazo gitano.
En el resumen, que te cagas. O para que ustedes lo entiendan, cuando su jefe les convoque a la sala de reuniones -que no sé por qué pero siempre está ocupada y cuando se van los anteriores, huele a tigre- y les enseñe ésto:
entonces, que sepa usted lo siguiente:
- a partir de ese momento, lo suyo es el trabajo en red,
- su jefe ha pasado a ser su amigo pero le seguirá puteando, eso sí, en plan colaborativo y de comunidad,
- usted es uno de esos puntos, es decir, su importancia es exactamente la que es: ninguna; si se quita un punto del dibujo, nada cambia; si le despiden, ¿cree que alguien le echará de menos?,
- el jefe dirá eso de que "todos vamos en el mismo barco" y "somos una comunidad de intereses y aquí nadie es más que nadie".
No le quepa duda: el trabajo en red es otra manera de explotarle, la diferencia es que a los jefes les gusta pensar que usted se ha creído el asunto.
Es como cuando el Director de Residuos Humanos viene los viernes en vaqueros a la oficina. ¿Acaso es usted de los que se creen todavía que eso le va a impedir poner en la calle al que le llegue el turno ese día?
No te jode.
lunes, 10 de diciembre de 2007
Historia de lo Mío - 3
La secretaria de Alcocer –bueno, y de siete más, que tampoco es para darse tantos aires- es una bajita culona con un pelo color naranja payaso de Micolor y las tetas tirando a colgajos y que además cecea si la pones muy nerviosa. Nunca le he caído bien, pero, vamos, que no nos vamos ahora a echar atrás.
- ¿Qué quieres? -simpatía a raudales.
- Pues nada, que estaba de paso por la planta y…
- Tú nunca estás de paso, Hombre Topo.
- Mira que estamos ariscos, Marinieves. Encima de que vengo a verte.
- Ya, ¿y desde cuándo te he interesado yo a ti más que una mierda de perro?
- Joooder, Marinieves…
- Ni joder ni hostias
Marinieves está casada, pero de aquella manera. Su marido se dedica a la pesca de altura, y está por casa como mucho un par de meses al año. Al principio, la cosa iba de darle mucho al folle, pero creo que a los ciertos años, el tipo sólo iba a recargar la cartilla de ahorro y poco más.
- Al menos no tienen niños –dijo una vez una de la séptima, que ella sí que tiene, y muchos por la de veces que saca el tema.
A mí nunca me ha gustado Marinieves, ni siquiera para eso. Yo no soy de meter la mano en morral ajeno, y menos cuando el tema va con tanto colgajo incorporado. Lo que pasa es que ella, la Marinieves digo, no sé por qué sí ni por qué no, hubo una época que se hizo ilusiones conmigo, que no es que sea yo un varón especialmente longanizo, sino porque le dijeron que yo era de mucho meter –que también hay que ver con la peña las cosas que se cuenta. Y ella, que con el del fletán ya no iba ni venía, pero que en el fondo tampoco le iba a echar de casa, pues se pensó que tal vez sí y tal vez también, se entiende.
Pero la vi de venir y la vi de venir bien lejos, y me quité de en medio y de planta y me puse lo más lejos que pude. No le caigo muy bien desde entonces, que se joda.
La cuestión es que ahora estoy a otro asunto, que no es otro que saber quién coño se ha cargado a Alcocer. Y si para enterarme, tengo que hacerme de vientre corazón, pues no voy a ser yo lo de menos.
- A la gente como tú, ni la menor confianza… Que luego acaban por metértela… -se para en seco, un error de expresión lo tiene cualquiera, aunque jamas ante profesionales de mano rápida como lo es un servidor de ustedes.
- Pues ahora que hablamos de meter…
- ¡Vete a cagar, Hombre Topo!
Me alejo un par de pasos, dirección despacho de Alcocer.
- ¿Dónde te crees que vas? –Marinieves me habrá mandado a cagar, pero no precisamente al despacho de su jefe.
- Tenía que comentarle unos temas a Alcocer…
- ¿Qué temas?
- Una cosa.
- Pues como no me digas de qué va, no pasas. Así que tú verás.
- Nos ha enviado un presupuesto sin completar.
- ¡Vaya una novedad! Lo llevamos haciendo así toda la puta vida.
- ¿Sí? Pues, ¿cómo decirte? Se os acabado el rollo. ¿O es que no os habéis leído la nueva normativa de solicitud de gastos de formación?
Nadie se lee ninguna normativa, así que no hay cosa más mejor que hacer mención de una que simplemente no existe. Nunca falla. Y esta vez tampoco.
- No veo qué estamos haciendo mal –ésta es otra de las características del personal, que antes que reconocer que no han hecho algo o que lo han hecho mal, prefieren cambiar de tema.
- Vengo de parte de Álvarez-Ossorio. Tiene un cabreo de campeonato. Ahora, que si quieres seguir cubriéndole las espaldas a Alcocer, allá tú. Yo, con hacer el informe...
Álvarez-Ossorio es el Subdirector General de Administración y Finanzas. Un hijo de puta que disfruta haciendo el mal.
- No está –contesta ella tras pensárselo un poco más de lo necesario, algo que no debes hacer si realmente deseas parecer sincero.
- ¿Quién? –de sobra que lo sé.
- Alcocer, ¡también tú a veces!
- Ah, Alcocer. Sí, claro. Y yo que me lo creo –continúo mi camino y abro la puerta del despacho.
La otra salta detrás de la mesa como poseída.
- Lleva varios días enfermo –insiste tratando de interponerse entre el despacho y mi vista.
- Qué pena. ¿Y cuándo dices que vuelve?
- No lo sé. Llamó hace días. Algo del hígado. Tiene que guardar reposo. Mínimo un par de meses.
El despacho está ordenado, limpito, en silencio. Ejemplar que diría el otro.
- ¿Lo ves? –dice Marinieves como tratando de convencerme de que dentro no queda nada de Alcocer.
- ¿Y con quién veo yo esto ahora?
- Pues no sé, como no sea con Fernández-Agrio…
- ¿El becario ése que no se sabe todavía ni los números del ascensor?
- Dejó de ser becario hace quince años, gilipolla.
- ¿Y aún le tienes que sonar los mocos?
Marinieves se pone en medio y no me deja seguir mirando adentro del despacho.
- Eres un cretino. Lo has sido toda tu puta vida. Sal de aquí ahora mismo.
- ¿Sabes una cosa? –me acerco a ella mucho más de lo que jamás me había llegado a acercar; por cierto, la tía huele a agua de fregar-. Esta noche me voy a hacer dos pajas pensando en ti.
Cierra la puerta. Está temblando.
- Una coza buena que hay ahora: que te puede caer un paquete por lo que acabaz de decirme –contesta sin poder evitar las cés y zetas donde debería haber eses …
- Metida en un yacuzi, con montones de burbujas. Tocándote… Creo que va a ser la hostia. Estoy deseando estar ya en mi casa… -vaya una voz fenómena que me sale, grave, con cuerpo...
Me alejo. Marinieves se ha queda atrás, como paralizada. Supongo que estará dudando entre denunciarme o presentarse esta noche en casa. Tengo solución para ambas posibilidades.
Me pregunto por qué tiene tanto interés en que no vea el despacho de su jefe. Será cuestión de pasarme mañana a primera hora, antes de que empiece a llegar la gente.
N. del A.: para preservar el anonimato, nos vemos obligados a referirnos al Hombre Topo como Hombre Topo. En cualquier caso, si realmente tienen curiosidad por saber de quién se trata, no tienen más que mirar a su alrededor.
martes, 4 de diciembre de 2007
Un adios emocionado
Ayer, por falta de alimento, dejó de existir. Guardaré como un tesoro sus últimas palabras:
Creo que la humanidad debería tomar buena nota de este mensaje. Pero ya se sabe, si ignoraron en su tiempo a la Vírgen de Fátima y nos vino el comunismo, ¿qué no harán ahora con mi amada impresora matricial?
Nunca te olvidaré.
lunes, 3 de diciembre de 2007
Camino al trabajo
jueves, 29 de noviembre de 2007
Historia de lo Mío - 2
- Mira, macho, si estamos aquí es porque hemos venido y ya no hay marcha atrás. Las fotos y a toda leche, que nos pueden pillar.
Después, y antes de irse cada uno a lo suyo, que luego me envía la foto por el autluk, le he dicho de apretarnos unos riñoncitos, que a estas horas y con el relente de la mañana... Nada, ni contestar, a vomitar que se ha puesto el muy cuñado. Menos mal que ya estábamos en la acera de enfrente y no le ha dado por echarme la papa en el hall de entrada, que hace poco que que han cambiado la moqueta y la nueva lleva el escudo de la empresa.
Mientras mi cuñado me manda la foto, y por si las moscas, observo a la nueva. En plan profesional, muy a lo mío. Sigue llorando, pero menos. No sé si les he dicho su nombre. Lo más probable es que no, porque no me lo sé. De apellido, sí. Moreno, como uno que había en Servicios Generales que era cojo y bastante maricón de no darle confianzas. Bueno, y el caso es que una noche se le debió ir la mano con algo o con alguien, y vive ahora en lo alto de una cama porque no se puede mover barbilla abajo. A veces, y sólo porque sé que le jode, voy a pasar la tarde a su casa. Como es soltero, cuida de él una tía que fue monja pero que luego la echaron porque era de tener gases y se conoce que molestaba en el convento o donde fuera que se reuniera con las amigas. Bueno, que eso es lo que cuenta Moreno –el paralítico-, aunque vayan ustedes a saber.
Que me pierdo. Moreno –la nueva- y Moreno –el paralítico y antiguo maricón- no son nada. Quiero decir, que sí, que se llaman igual, pero aparte de eso, que no son familia. Bueno, en una cosa sí que se parecen. Los dos son un coñazo. Y a mí esa gente, qué quieren que les diga, me encanta. Les metes un dedo en el ojo y se cabrean, así que qué vas a hacerle, les metes el otro dedo y más profundo a ser posible. Me dejo los riñones de reírme. Cuando voy a casa del Moreno, que mira que le jode verme, su tía me da pastas y chinchón. Y me pongo ciego y le digo a la tía : “Salga, dese una vuelta, aproveche que estoy yo aquí y no tengo prisa”. Y cuando nos deja solos, le puteo. Le quito los pantalones, le pongo un mechero en los huevos –total, como no sientes nada, maricón-,... Las bromas típicas entre compañeros.
A Moreno la nueva la he dejado llorar un día más -aunque hoy ya ha sido menos. Mañana me voy a por ella, que ya me ha hecho cling cling el autluk y tengo al Alcocer con su garganta y su cuchillo de salvapantallas.
martes, 27 de noviembre de 2007
miércoles, 21 de noviembre de 2007
Diccionario Breve de Términos Empresariales Gilipollas. Hoy, el Cliente Interno.
Así que un cliente es ese capullo al que tienes ganas de dejarle la cara hecha un mapa por pesado y receloso, pero al que no tienes más remedio que chuparle las partes porque a lo mejor va y suelta la mosca, y resulta que vives de eso.
Claro que tú también puedes ser cliente. Entonces, ni Supermán, ni Franco cuando vivía, ni el Rey de la Creación en bolas y con ganas de kiki. Un cliente, si soy yo, es más que Dios, vaya. Y lo demás no son más que ganas de venir a joder. Un cliente llega al restaurante y se cabrea y monta un expolio y dice bien alto que se entere hasta el de la puerta:
- ¡¿Y a este trozo de basura quemada le llaman hamburguesa Big Brooklyn?! ¡Que venga el encargado! ¡Y deprisita!
Y el encargado, que es un inmigrante que lleva seis meses más que el resto, motivo por el cual tiene derecho a ponerse una camisa negra en lugar del chaleco de colores con alegres chapitas que llevan el resto, lo primero que ha hecho nada más escuchar las voces es esconderse detrás de la barra porque él no vino a esta mierda de país a tener problemas, sino a ganarse la vida y ahora que justo le habían hecho jefe, pues ñaca, viene un capullo de cliente que para qué seguir con la historia.
Ya tenemos una base de partida: el cliente molesta cuando no es uno mismo. ¿Alguien necesita que repitamos? ¿Siguen todos ahí?
¿Y un cliente interno? ¿Qué coño de historia es ésa? Lo dicen los jefes, ya recordarán. Si su jefe lleva gafas de colores y el pelo como de recién levantado, lo dirá. Si es de los otros, lo dirá también, aunque sólo sea porque sabe que todos le van a señalar por no saber de esas cosas. El cliente interno es una de esas cuestiones que salen en los másteres y en los cursos de genios, que además, te cobran lo que no está escrito y tienes que hacer deberes en tu casa y exámenes, pero como te dejas una pasta, siempre te aprueban. Se tiran dos años con un tema y con eso ya tienen para que les pagues la tercera residencia. Tengo un compañero que le mandaron una vez a uno de esos.
- ¿Y eso por qué?
- Para empezar, no tienen encargado. Bueno, de hecho, allí todos lo son. Acojona. Es de esos sitios en que, aunque eres el cliente, te hacen sentir como si lo fueran ellos.
¿Así que en eso consiste lo del cliente interno? Bueno, en parte sí y en parte no. Yo les explico rápido. Llegará un día tu jefe y os reunirá y pondrá unas filminas con colores muy monas donde sale una persona con la mirada perdida (Siempre salen personas así en las filminas de cuestiones empresariales de gran interés).
El jefe preguntará que quién es el de la mirada perdida, y nadie contestará, porque a saber quién es el de la foto. Entonces, el jefe, mosqueado, y después de aplastarse un poco el flequillo de un poco más y pillas en siesta, dirá: "El cliente, cojones; este señor es el cliente". "¿El cliente de quién?", preguntará uno que va de gracioso y al que me he apostado cincuenta leuros a que no llega a fin de año. "El nuestro", chillará el otro y se le caerán las gafas ésas tan ingrávidas.
O sea, que todos tenemos un cliente. Da igual que los comerciales sean unos capullos, que en nuestro departamento sólo nos dediquemos a reclamar facturas o arreglar los pomos de las puertas. Todos tenemos un cliente. El cliente interno. Que no es más que ese compañero que viene a pedirte tal o cual gestión o cosa, y al que debes percibir desde el primer momento como un cliente, tratando de entender sus requerimientos y motivaciones más profundas.
Que dicho de otra manera viene a ser que le mandes a la mierda como siempre, pero con un poquito más de estilo. Que tenemos que explicarlo todo.
martes, 20 de noviembre de 2007
Historia de lo Mío - 1
viernes, 16 de noviembre de 2007
De esos días que empiezan mal, mejoran después y acaban fatal.
Pero, ya ven, me han hecho irme del asunto. Que es un tema importante y van ustedes y me ponen a contar lo de la hostia en el metro. A ver si nos centramos en las cuestiones, cojona. Que yo les quería hablar de que ayer tenía callista. Sí, claro, eso es muy importante. Es la hostia de importante, pues vaya una historia.
Pues sí que lo es, no puede serlo más. Claro, como ustedes no están enamorados de su callista, pues claro, lo ven todo en plan neocon o como se diga, que todo les parece una relación de intercambio de bienes por producción. Pues a la mierda con todos ustedes, que yo sí que creo en el amor.
Se llama Leslie y tiene un canalillo que ni el de Isabel Segunda, que es la señora del agua del grifo. Y con muy mala leche, cabreada siempre como una mona, que no saben cómo me pone. Me echa unas broncas que pa qué las prisas: que si tardo mucho en ir, que si soy un dejao, que ya está harta, que no hago más que darle trabajo con mis juanetes y mis uñas en garra. A ver, que uno tiene sus callos y sus durezas, que tampoco es para tanto. Pero no nos desviemos, que no saben cómo me pongo cuando la tengo ahí debajo, metiéndome las cuchillas ésas por los callos y diciéndome de todo, y ese canalillo que me haría un chalé ahí mismo y me pondría a vivir y no saldría ya ni para tomar los anises.
Yo se lo digo: “Tú lo que quieres es matarme, pedáloga de los cojones, qué bendición de tetas, hija mía”. Y ella me mete más la cuchilla y me cago en el daño que me hace. En resumen, que qué buenos ratos que nos echamos.
Así que en lugar de joderme con el pavo del metro, yo me dije que para qué el cabreo si luego iba a tener a la Leslie entre los pieses, y que la vida son dos días y uno tiene que vivirla con lo mejor que se pueda, qué coño, que una hostia de más o menos no cambia el balance. Y se me fue pasando el día y cada vez faltaba menos para la callista, y además con calcetines sin tomates, que a ella le gustan esos detalles.
Pero nunca hay felicidad para el pobre. Ya saben eso de que al final siempre pasa algo y el mundo se acaba o te sale un grano o yo qué sé, pero que después de tanto trabajo por no hacerme daño con mis cosas ni ponerme angustioso y pensar sólo en lo bueno, ¿no coge la tía y con la excusa del frío me viene con jersey de cuello alto?
lunes, 12 de noviembre de 2007
Les voy a explicar cómo funcionan las cosas por aquí
Por otro lado, la paciencia es un don. El don que te hace falta a ti. Si algo me lleva tiempo es porque tengo cosas más importantes que hacer. Lo mío corre prisa, lo tuyo no. Es fácil de entender. ¿Podrás entenderlo? ¿Sigues teniendo prisa? Aplica entonces el primer párrafo.
Vale, has ganado. Tus amigos son más fuertes que los míos, eres todo un hombre, ¿verdad? Lo haré tan rápido como me sea posible, teniendo en cuenta que te falta pasar el proceso de autorización interna, la aceptación del controller, el OK de Recusos Hermanos, ¿dónde está el desglose de costes? ¿y el código de departamento? ¿cómo es posible que aún no hayas dado de alta el cliente? No, no vale sólo con el NIF, necesitamos toda la documentación de la lista adjunta. Si tienes suerte y aún sigues aquí el año que viene, tal vez la hayas conseguido reunir. Pero que quede claro que yo no tenía más que ganas de ayudarte...
miércoles, 7 de noviembre de 2007
lunes, 5 de noviembre de 2007
Todo forma parte de un gran plan
lunes, 29 de octubre de 2007
Una cuestión nacional
Pienso que este blog debería ser un éxito. Por falta de producitividad no va a quedar.
Aquí, unos compañeros metiéndole duro a la producitividad
miércoles, 24 de octubre de 2007
El sentido de la vida: una aproximación.
La culpa es del sesenta y ocho.
miércoles, 17 de octubre de 2007
Yo no me llamo José Luis, señora
lunes, 15 de octubre de 2007
De cómo llevar los papeles de un lado a otro
"El zen termina donde empieza la práctica de la Vía. Es un anillo sin principio ni fin. (Especialmente si tienes que llevar un papel de un lugar a otro)".
lunes, 1 de octubre de 2007
Declaración de Principios
jueves, 27 de septiembre de 2007
Es todo una cuestión de ser claros, coño.
Así que me dio por pensar. ¿Y si hay alguien en el mundo que está enamorada de mi y no se atreve de decírmelo? ¿Y si resulta que ahora llevo siendo el centro de la vida de una tía, que encima no tiene el eso de confesarme su amor? Le he dado tantas vueltas al asunto que esa misma mañana llegué a la oficina con la conclusión de que sí, de que hay alguien, pero vete tú a saber. Y me cabrea, no se vayan a creer. Porque a mí el tipo de la tele me pareció lo que se dice un tontolaba, que para cuándo se lo iba a decir, tanto esperar y esperar, y mira cómo se acaba de mal la cosa. ¿Será la pelirroja gorda de la tercera, esa que coge las llamadas de los proveedores? ¿O la tipa estirada de Recursos Huraños? Tanto ser borde conmigo, será por algo digo yo. No sé, alguna es seguro. Pero a ver quién tiene los cojones de decirlas nada, si ellas no quieren, va a ser difícil que vaya yo por ahí preguntando.
"¿Es que nadie va a decir nada?", insistió mi jefe ante el silencio general. Yo, claro, a ver qué sino, me puse de su parte. No es que me caiga bien el niño éste que nos han colocado, pero razón, al menos en este asunto, no deja de tener. Me cabreé pero bien de lo lindo, y les dije a todos lo malo que es guardarse las cosas y que si alguien tenía algo muy dentro y no lo dejaba salir, pues que menuda putada para los afectados y sus familias. Y, como nadie seguía sin atreverse a decir una mierda, les conté la película de la tele, pero como para hacerles ver, no sé si me van entendiendo. Y nada, lo que es ni un suspiro. Me levanté indignado. "Vaya un departamento, que nadie se os atrevéis a decir nada, y menos mirando a los ojos. Vergüenza debería daros, esto es así y no hay Dios que lo cambie..." El niño, quiero decir, el jefe, me miraba como si no entendiera nada de lo suyo. Pero es que así son éstos que tanto saben, primero disparan y luego se hacen los yo de ésto ni idea. Con el problema que tengo yo ahora. Creo que dicen que ya no van a convocarnos más, al menos en lo que queda de año, que el niño prefiere que estemos callados y no nos miremos más a los ojos.
lunes, 24 de septiembre de 2007
Lunes de bingo.
El ciclo se repite. Semana tras semana. Los viernes olvidamos cuanto nos rodea. Pero llegan los lunes y empieza todo de nuevo aunque no por mucho tiempo. El sentimiento vuelve a diluirse a medida que pasan los días. Me recuerda a las bolas del bingo, pero al revés. Al principio tienes la sensación de que vas a ganar. Después, según los bombos van quedándose vacíos, empiezas a olvidarlo todo. Terminas deseando que la partida se acabe pronto y puedas volver a empezar. Es todo igual pero al revés. No sé si me entienden, aunque me importa un carajo. A ver si vamos ahora a ponérselo fácil a nadie.