jueves, 7 de marzo de 2013

Que dice el señor Bárcenas que te pongas.

– ¿Qué pasa? ¿Que no está el jefe?
– Bueno, sí. Pero dice que te pongas tú.
– Hay que joderse. Entonces el que dice que me tengo que poner es el cabrón del jefe, no Bárcenas.
– Lo que quieras, pero que te pongas que no tengo todo el día.
– No puedo. Estoy reunido.
– Los cojones. Estás en tu mesa. Que te estoy viendo desde aquí.
– Estoy en una conference call.
– No me toques las narices, Ruizgómez. Que estás hablando conmigo por teléfono.
– Por la otra línea.
– La tienes libre. Lo veo desde aquí.
– Están a punto de llamarme.
– Te estás marcando a ti mismo desde el móvil. Que no es la primera vez que me la haces. Que no soy imbécil.
– Pues que se ponga el becario.
– No está. Tenía tratamiento.
– ¿Aún sigue con lo del acné ese tan rebelde? Eso es un puro cuento. Le estás protegiendo, Merceditas.
– Los cojones, Ruizgómez.
– Ya me lo has dicho.
– Te estoy pasando.
– No te escucho. Debo tener mal la roseta.
– Te la cambiaron esta mañana. Por ahí tampoco. Te paso….
– ….cuic….
– ….cuic cuic cuic…
– Que ha colgado.
– Pues mira tú qué bien.
– Sí, pero ya sabes cómo es este tío. Vuelve a llamar en diez minutos.
– Que lo coja el gafapasta. Que encima que yo no he visto un puto sobre en mi vida, me toca ahora hacer de confesor y decirle lo que no es verdad. Y además sólo quiere hablar con los de arriba.
– Oye, que está otra vez la lucecita. Una llamada entrante… ¿Oficina de la Secretaría General? Ah, señor Bárcenas. Estaba justo a punto de pasarle. Sí, le iba a atender el señor Ruizgómez…. No, el coordinador está reunido. Fuera de la oficina. Fuera de Madrid… de España. Una coordinación europea, ya sabe cómo son estas cosas… Le paso….
– ¿Ruízgómez? El señor Bárcenas…
– ¿Ruizgómez?....
– ¿Ruizgómez?...
– Será capullo…
– No disculpe, disculpe. No me refería a usted señor Bárcenas.