viernes, 31 de diciembre de 2010

Háganse un puto favor


Vayan a verla.
Y después simplemente nada.
Todo es lo que sobra. Piernas, brazos, miradas.
El tiempo y los que somos ahora. Tan puro, tan preciso.
No hay más delicia que no ser lo que fuimos.
No ser lo que seremos.
Así que háganse a sí mismos un favor y de paso, déjenme en paz.

jueves, 30 de diciembre de 2010

cifras y letras



Se termina un año. Y la sensación es como la necesitar mucho ir a cagar, pero no poder. El vientre como un puto balón, lleno de gases y de antimateria; las piernas cada vez más pesadas. El lunes estuve en el reconocimiento médico de la empresa. La doctora me llamó obeso de grado uno, y yo la dije puta. Total, un desacuerdo más. Todos son desacuerdos últimamente. Hay un ministro pijo de la hostia que, antes de ser ministro fue banquero y que dice que si te suben la luz, te tomes una café más al mes. Te pones más nervioso , pero hace como que no te enteras del sablazo de encender la nevera o poner las noticias de los muertos que dan en las teles. Hoy contaron algo de una viva. Una pibita que pagabas por tirártela. Una menor que ahora parece que hay prisa por quitársela a los padres, aunque la presidenta de la cosa, que también es una pija y que antes de ser ministra, fue simplemente rica y propietaria de más hectáreas que de pelos en las piernas, dice que a lo mejor, no sé, es posible, aunque no creo que hubiera negligencia.



Así terminan los años, con montones de muertos que nadie sabe por qué se murieron. Una puñalada, un terremoto, un obispo que te cae desde lo alto. Cualquiera sabe por qué se muere la gente y por qué no puedo cagar de una puta vez tanta mala hostia como llevo en los costados. Obeso de grado uno. Lo peor. ¿No podría firmarme usted lo de Obeso de grado siete en la escala Richter? Algo que dé un poco más de prestigio, cojona. Y a cambio retiro lo de puta. Me parece un buen cambio. Es sólo que estamos en navidades y todos los hombres de buena voluntad tienen su puntito, ¿no le parece?



Se ha terminado un año pero a los chinos eso les parece un puto pedo. Ellos nos sacan montones de miles de años de ventaja y se sacan su Año Nuevo según les venga a los colegas de Usera y Lavapiés. Son lunisolares los chinos. Eso es que van con la luna, pero no siempre, que les da el punto y se vuelven solares de cojones. Y entonces, suele ser que los nosotros nos pilla mirando a Cuenca y nos la meten doblada y se cargan el Estado del Bienestar y lo sustituyen por el Socialismo Capitalista que da gusto y que en realidad para ganar más pasta, las clases medias como que sobran, y los beneficios sociales tipo comer y dormir y ponerte bueno cuando estás jodido, no ayudan al desarrollo de los pueblos ni a que la riqueza se reparta. La presidenta que es pija y con hectáreas y el ministro banquero que se toma un café de más todos los meses, son muy de los chinos; ultraliberales, que si los pobres quieren algo pues haberlo pensado antes de hacerse pobres, que el mundo está lleno de aprovechados y hay que subvencionar a las eléctricas y dejar que las hijas de los obreros se metan a putas, que para eso las quiere Dios a las que no tienen apellido compuesto ni botas de Loewe.



Los años empiezan y se terminan ante la indiferencia de los chinos y el cabreo de los islamistas, que tienen menos años que nosotros, pero llevan velo y dicen que somos unos pecadores que nos van a cortar todas las cuestiones y varias veces además. Yo bien quisiera tirarme un pedo de los que luego te tienes que ir a que te den puntos, o cagarlo todo, poner el mundo perdido de antimateria, pero claro, dice el cuñado que nada de big bangs, al menos hasta mañana por la noche, que compró el semiseco de oferta y no va a ser cuestión de quedarse sin probarlo. Que el día uno haga lo que se me ponga en la montera. Pero que tenga una caridad, por el amor de Rondel.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Cena de Nochebuena

Todos tenemos una cena de Nochebuena en la cabeza. La mía comenzó temprano. Me puse el pijama a eso de las ocho. A y media ya había revisado el gas y las cerraduras. Ya saben que no tengo hora de apagar la luz. Soy un topo y tengo mejor calidad de vida si evito la luz.


Los invitados no fueron especialmente tardones. Supongo yo que en mi tercer REM o asina, fue cuando oí que llamaban –muy correcta y quedamente- por mi lóbulo occipital. Era bastante gente, la verdad. Les hice pasar a mi tálamo posterolateral derecho, que ahí íbamos a estar más anchos.


El caso es que la pasé bien. Vinieron personas que no conocía, tuve que sacar sillas de más; pese a lo que tanto se teme de esta clase de ocasiones, el ambiente resultó fácil y fluido, nadie se pasó, nadie se quedó corto de aquello que quisiera quedarse. Hubo niños, pero ninguno se atrevió a ir más allá de la región anterior del hipotálamo, ni siquiera pisaron el área del prosencéfalo basal; lo que es siempre de agradecer. No soporto esos niños maleducados cuyos padres además les permiten revolverlo todo.


A una hora prudencial, todos se marcharon ordenadamente. Apenas me quedó mucho que recoger.


Me tiré un pedo. Me di otra vuelta en la cama.


Y continué con el sueño siguiente. Iba de mujeres que parían con dolor.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Sin título porque en realidad...

Hay una region

inconexa,
transparente,
no real,
no existe,
Donde los sueños
aun no han llegado,
donde las columnas del Partenón son chicle rosa.



Un lugar que es un tiempo y un espacio,

la anchura de mi deseo,
el oceano sin limites
que son tus ojos que son todos los colores,
la densidad imposible y maxima en el mas pequeño punto,
de todo el Universo,
de toda la Historia,
que es tu espalda que es mia.

Hay una región,
un lugar,
un espacio,
un tiempo sub cero,
que no existe,
que no ofrece esperanza,
donde se ofertan pisos que jamas seran construidos,

Donde tu y yo somos para siempre.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Ruidos en mi cabeza. 2010

  • Baby Bird – Ex Maniac
  • Neil Young – Le Noise
  • The New Pornographers – Together
  • Drive-By Truckers – The Big To Do
  • The Black Keys – Brothers
  • Robert Plant – Band of Joy
  • Otis Taylor – Clovis People, Vol. 3
  • Voice of Seven Thunders – Voice of Seven Thunders
  • The Naked Heroes – 99 Diamond
  • The Last Dancers – The Last Dancers
  • Band of Horses – Infinite Arms
  • The National – High Violet
  • Beach House – Teen Dream
  • These New Puritans – Hidden
  • Laura Marling – I Speak Because I Can
  • The Morning Benders – Big Echo
  • Sufjan Stevens – All Delighted People (EP)
  • Eels – End Times
  • Eels – Tomorrow Morning
  • Dr. Dog - Shame
  • Grinderman – Grinderman II
  • Arcade Fire – The Suburbs
  • Paul Weller - Wake Up The Nation
  • Los Lobos - Tin Can Trust

jueves, 16 de diciembre de 2010

tengo la cabeza llena de mentiras


La economía española se encuentra preparada para resistir esta crisis financiera.


Nuestros sectores productivos son sólidos y no dependen de los vaivenes del mercado.


España es un destino inmejorable para las inversiones extranjeras.


Los bancos y cajas españoles no están en absoluto afectados por la crisis de las subprime; no existen activos tóxicos en las carteras de inversión de la industria financiera española.


Este paquete de medidas que acabamos de aprobar garantizará un rápido retorno a la senda del crecimiento.


El presente repunte del paro tiene un carácter meramente coyuntural.


Los bancos españoles son la envidia de la banca internacional.


Esta desaceleración en la caída del empleo es la muestra de que estamos entrando ya en la fase de recuperación.


Las pruebas de estrés de la banca española no hacen sino demostrar el enorme margen de solvencia de nuestro sector financiero.


Las fusiones se realizarán con el menor impacto posible hacia las plantillas.


El caso español no tiene nada que ver con los casos de Irlanda y Grecia.


Ignacio, Lucía y Rodríguez-Selasuda; ¿podéis subir un momento por Recursos Humanos? No es nada serio, es que os quieren comentar una cosa rápida.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Adonde se marcha el dolor.

El caso es que llegó el día en que se murió Morente. Tuvo mala suerte. Le dio por coincidir en idéntico punto del espacio-tiempo con una serie de gente de estudios (médicos y especialistas de las cosas suyas), y se ve que el maestro no aguantó el encuentro, que tuvo más de acometida. Le metieron en una coma y después, se le acabó la vida completamente.


Pienso qué quiere decir que se haya muerto un tipo como Morente. Tengo un post a medio terminar, la mar de gracioso, sobre oficinas y hefes, pero estoy en una sala de aeropuerto con mi tercer copón, esperando a un avión que nunca llega, para irme a un sitio que hace tiempo que ya no existe, y entonces he pensado en que se ha muerto Morente y que a lo mejor Morente es ese avión que nunca va a llegar y que por lo tanto no me queda más remedio que quedarme aquí tirado por siempre de los siempres, yo. Y no crean, me parece correcto que sea así. Es lo que me merezco. Me parece lo mínimo que le debo al maestro; porque yo, a Morente, le debo el quejío. Se lo debí mucho al de la Isla, se lo debo a don José –Menese-, y espero seguir en deuda muchos años con don Miguel –Poveda- que para mí tiene mucho de Dios en su trono pero un poco menos aunque no tanto menos.


Tendría que estar terminando el post gracioso del cómo y por qué de las oficinas, pero ahora estoy un poco confuso de la ginebra que se confunde con la luz semidirecta de los focos multimodernos. Y viene a ser un todo lo mismo. Razones por las que he tomado la determinación de pensar en cómo sería cuándo Morente murió.


Murió el maestro y se llamaba Charlie Patton. Murió Patton y el delta se quedó detenido por lo que es siempre de siempre. Qiuedaron detenidos los cipreses, los hierbajos, el algodón oscilante, las mujeres que paren con dolor. El maestro era bajito, era un hijo de otro, una cicatriz le cruzaba el cuello y su voz era la pura misma de los tornados, la cual de las almas que nos retorcemos cuando la oscuridad invade el miedo invade también. ¿Recuerdas? Arena en los pulmones, dijiste al abandonarme una vez más en esta sala de aeropuerto. La voz de don Enrique cuando se deja de hostias y se mete entero en la bulería. Y, ojo, que se mete entero y a ti con él y hace dibujos con las sombras de los demonios y las mentiras que te haces a ti mismo y que nunca sirven para engañarte.


Estoy en un aeropuerto de arquitecto de referencia y premios diversos. De una estructura que indica e insinúa, que señala pero no dice. Estoy en un aeropuerto de borrachos tan gilipollas que podrían llegar a competir incluso conmigo. Y ninguno echa de menos a Charlie Patton. Arena en los pulmones.


Y el quejío de Morente, que se murió de un mal encuentro con unos pocos de titulados.


De mierda.

jueves, 2 de diciembre de 2010

White No More.

Hay un lugar que no sé. Las manos de Dan Auerbach o de quién sea que coño sea. Las cuerdas de su bajo, la distorsión, el sonido hueco, negro, profundo, las notas que son pozo, el shuffle que es vientre de mi madre topo.

No más blanco. No más. Notas Negras. Sólo las Claves Negras y ese lugar que no sé. Notas negras, notas negras. Mi cerebro, la vibración de las paredes, el lento camino hacia la oscuridad. Dan Auerbach me mira con la expresión misma de la tiniebla.

White No More. Not Anymore.Golpes negros en la piel. Dan Auerbach white no more.

Un lugar para refugiarse. Notas ngrs. Nts negras. Para mirar nada.

Brothers. The Black Keys. La puta guitarra baja de Dan quién coño. Un lugar.

Wht n mr nts ngrs ngrs nts


jueves, 25 de noviembre de 2010

Apocalypto


Seguro que los han visto. Por las calles, atravesando los semáforos con orgullo y dejadez de dandies. Traje azul eléctrico, melenita en el cogote, nudo gordo de corbata… zapatos marrones.


Seguro que los han visto y seguro son conscientes del problema. Los putos zapatos marrones. Los cochinos zapatos que mueven el mundo, los que llevan los encargados de planta, los coordinadores de área, las promesas emergentes, los capullos que hablan a voces en el Cercanías, o que te meten la Cayenne por el paso de cebra hasta que casi te tienes que subir al capó.


No son pijos. Son algo más. No son horteras, son otra cosa. Lo más parecido que yo había encontrado en el Atlas de la Zoología Hombruna son los vendedores de la planta de caballeros del Inglés Cortado. Sí, los conocen. Esos señores de edad mediana y expresión de hastío que rezuman colonia a granel y pintitas de caspa, pero que tienen que ir de traja para parecer ejecutivos. Esos que siempre se están peleando en una caja porque a santo de qué el capullo de Méndez Menéndez va a ser el primero en elegir turno de vacaciones. A santo de qué. ¿Y usted qué quiere, coño?


Los de los zapatos marrones son la nueva clase media. Una mezcla de guisantes arrugados y lisos, un fenómeno de la sociología que muta mutando es capaz de producir esos monstruos de la razón tan conseguidos. Zapatos marrones, adosado en Alcorcón o en Boadilla, televisión por satélite, alta definición de sí mismos, amigos de barbacoa, ya te digo, venga, nos estamos viendo y yo es que lo tengo muy clarito.


Son una tropa organizada. Están organizados y van a por nosotros. Han elegido esa mierda de traje azul y zapatos marrones, porque saben que con eso están haciendo daño, muchísimo daño, a la gente sensible y amante de las cosas sencillas y hermosas, como este Hombre Topo que ya no duerme, ya no sabe ni contesta, ya no es más que un dead man walking con el pañal sucio. Así es como están las cosas. No digan que no les avisé. El hermano luchará contra su hermano. La cuñada joderá la bechamel echándole kétchup encima, en la cena de Navidad, delante de los niños, no, los niños, no por favor.

martes, 16 de noviembre de 2010

Lola Mento.

ETA mataba y Batasuna lamentaba la situación de violencia, el hecho producido, las víctimas civiles. Creo que no era hace mucho. Les echaron de las elecciones por no condenar. Les metieron en la cárcel por no condenar.


Ahora, el gobierno marroquí mata y el gobierno español lamenta la situación de violencia, el hecho producido, las víctimas civiles.


¿Soy yo el único que se está volviendo sordo por causa de las lamentaciones y su estruendoso silencio cómplice?

lunes, 8 de noviembre de 2010

Bola de Sebo. Dos.


Nos reunió el jefe de departamento. Al parecer no podemos más. La economía, los problemas, la falta de pedidos, el año que llevamos que se junta al año pasado que se junta al anterior… Hay que hacer sacrificios, dijo. Todos tenemos que hacer sacrificios. Yo el primero. Dijo.



Algunos hicieron sacrificios. Los hubo que aceptaron bajarse el sueldo. Los hubo que no. A esos los echaron porque había motivos objetivos con los que apuntalar un despido procedente. Yo hice un sacrificio, no es que me importara o me dejara de importar. Lo hice para que no me cargaran de motivos objetivos.



Después, pasaron los meses y tuvimos otra reunión. El jefe de departamento era otro. El anterior ascendió en atención a sus méritos, que fundamentalmente tienen que ver con el hecho de ser el tío que más redujo su plantilla humana en los meses anteriores. Ahora está en la planta de la moqueta sin manchurrones y le han dado un A-6 porque hay que hacer sacrificios.



Las cosas no van bien. Ya, sí, claro, aceptasteis una bajada de sueldo hace unos meses. Pero claramente ha sido insuficiente. No conseguimos corregir el rumbo. Esperábamos más de vosotros. Hay que trabajar más. Ganar menos. No molestar. No pedir. No respirar. Consumir. No pensar. No caminar. No estar.



Hagan ya el sacrificio. No esperen nada a cambio, excepto nuestro mayor desprecio.



Suerte que no les empujemos del carro, que no les abandonemos en mitad de la puta nieve.

miércoles, 27 de octubre de 2010

después de un mes


Encerraron a un loco en los labios de su amada.


Paroxetina.


Cuanto más se resistía, y peleaba, menos deseaba salir.


Potente y selectivo inhibidor de la recaptación de la 5-hidroxitriptamina,


¿Cuánto es el tiempo que dura unos segundos?


Inhibición específica de la recaptación de la 5-HT en las neuronas cerebrales.


¿Cuánto el que dura siempre?


Los niveles sistémicos en estado de equilibrio se logran a los 7-14 días.


Voy y vengo, subo y caigo de nuevo. De sus labios a mi oscuridad.


Sus principales metabolitos son productos de la oxidación y metilación, conjugados y polares.


De la fina línea de luz al fractal de la tristeza.



Encerraron a un loco. que anda suelto por sí mismo.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Asomándose al abismo –generacional.


Mis padres y abuelos decían que el trabajo duro y la honestidad eran las llaves del éxito en la vida.


Mis hijos y nietos están el paro. O tienen un trabajo precario, mal pagado y sin espacio para hacer planes de futuro.


Mi generación fue la que inventó las palabras estrés, baja por depresión y crisis de ansiedad.


El modelo capitalista basado en el crecimiento –del negocio, de los beneficios, del consumo-, continúa vigente. En eso no se han registrado cambios.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Esto iba a ser una cosa, pero ya es otra

A mi alrededor los hombres de la izquierda reducen los derechos de los trabajadores, y lo hacen desde la perspectiva histórica y social de la izquierda, que es una fuerza renovadora, pero ante todo responsable. La derecha de a mi alrededor se lo está pasando cañón con la izquierda de mi alrededor.


A la derecha de antes, la que tengo alrededor, se caga en los putos gitanitos. Los manda a tomar por culo y les dice que a acampar a su puta región. Vale. La izquierda de mi alrededor que es histórica y responsable en el fondo y mira tú por dónde, casi mejor que me callo y comprendo, que es verdad que a veces somos muy duros con la derecha y hay que entender que no es el mismo un ciudadano que un gitanito.


Dos buenos temas como para crecerme y ser hombre y topo a la vez. Pero, ¿saben lo qué de qué? Que anoche volvió Paroxetina a casa. Sí, ya saben, lo habíamos dejado y esas cosas. Pero, ¿qué podría decirles? ¿qué podría no decirles? Ha vuelto y las cosas son de nuevo con mi Paroxetina a la espalda, a los lados, por las frontales.


No sé, a ver qué pasa con la huelga y los gitanos. Pero a mi Paroxetina le importa una mierda. Ella sólo quiere gritar en silencio junto a mi oido.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Volatines y Rezapatetas.



Parado en un semáforo. Delante de mi un tipo se saca unos palitroques de donde coños los llevara. Los lanza hacia lo alto, ¿una ofrenda a los dioses?. Los lanza consecutivamente, uno ahora, otro después, el tercero justo cuando recoge el primero, que regresa ya desde la casa de los dioses.

Los semáforos, ay, no son eternos. Y ya está el hombrecillo verde con los temblores, así que al muchacho de los palitos no le queda mucho tiempo para lo que viene después. Que es pedirnos una moneda por sus quince segundos de compulsión.

- No puedo darte nada. No estaba atendiendo.
- Serás hijoputa.
- Estaba pensando en la huelga.
- Da igual lo que decidas. Tanto si la haces como si no la haces, acabarás aquí.

El tío me deja con la palabra en la boca, le quedan un par de coches al alcance de la mano antes de que el semáforo cambie. Antes de salir corriendo hacia la seguridad de la acera, según pasa de regreso por mi coche, me dice en tono de grave advertencia:

- Te quiero aquí el lunes a las ocho. Puntual. Las pruebas de acceso a candidatos comienzan a esa hora y ni un minuto más.

El desierto y el delta.


Todo.
Nada.
Lo único que es real.
Lo único que es cierto.


viernes, 27 de agosto de 2010

Mi mejor foto de las vacaciones: yo muerto bajo las aguas.


Cambié la cortina de mi ducha. Es interesante, te metes dentro, dejas que corra el agua helada y que los salmonetes te rodeen.



Luego cierras los ojos y piensas en el Juicio Final pero sólo se escuchan los golpes de la obra del tercero, que viene un matrimonio joven a vivir y tienen que tirarlo todo al parecer.



La muerte bajo las aguas tiene estas cosas tan sorprendentes.

viernes, 6 de agosto de 2010

Dos


Unos de mi barrio han decidido por su cuenta. Y eso me parece bien. Han decidido por su cuenta una cosa que es fácil, que se hace en un momento, pero que también es jodida y te pasan cosas y luego no hay muchas risas y cuando estás muy mal y muy solo, no queda nadie de los que te dijeron mira tú qué bien y qué felices.



No les va a ocurrir eso, pero por si les ocurre, a esos dos de mi barrio que hace unos días salieron a la calle con su escuadra y su cartabón, y se pusieron a trazar paralelas y después encontraron el modo de que se cortaran en un punto que eran ellos mismos, les quiero decir que hay otro tipo de su barrio, que soy yo, que a lo mejor no estuve en la parte de la fiesta, pero que seguro estaré siempre en sus momentos de jodida soledad y nadie alrededor, ya que soy hombre y topo, sé de qué va cuando las cosas se ponen muy a ras de suelo.



Que lo sepan. Y que sigan en lo suyo. Que los dos son lo que yo quiero ser de mayor.

lunes, 26 de julio de 2010

viernes, 23 de julio de 2010

Sekineh

Uno de mi barrio, que es un listo y un capullo, a la que le invitas a dos copas, te suelta eso de que a Dios no se le puede entender con la lógica humana. Yo más bien al contrario, pienso que Dios es la mayor y peor construcción de todas las que los humanos han erigido desde que se nos ocurriera eso de que tal vez encontráramos algo interesante si bajábamos de una puta vez del árbol.


El tipo de mi barrio, no vayan a pensar, es bastante de mi agrado. Dice cosas con sentido, ya digo que sólo desde la tercera copa. Y piensa, y yo creo que tiene razón, que si hay algo que sobra en este mundo, es Dios. Sobran los juicios, los credos, las condiciones, los castigos y los perdones. Sobran las penitencias, los cielos y los infiernos, y sobran los intérpretes acreditados de la única y verdadera voluntad divina.


Hay una mujer en mi barrio, que se llama Sekineh –ella, no mi puto barrio-, que tiene un problema serio con Dios. Al parecer, hizo algo que a Dios no le gusta, según, claro, un grupo de notables y sabios que nadie mejor que ellos para saber qué es lo que a Dios le mola de verdad.


El problema de Sekineh es que es mujer. Si no lo fuera, aun habiendo hecho eso que a Dios no le gusta, Dios mismo hubiera dicho –siempre a través de sus putos corresponsales- que vale, que bueno, que vete y no peques más, y que todo esto no se vaya a convertir en una costumbre. Dios es asina, a lo que parece. Juzga a los buenos y a los malos, a los tíos y a las tías, según tenga de calibrada la báscula ese día.


Si Dios matara en plan “te vi a meter un infarto que te vas a cagal”, pues vale. Seguiría siendo un capullo, pero pues vale. Pero, no. Dios no mata. No se ensucia las putas manos creadoras de todo lo visible y lo invisible con la sangre de pobres mujeres mierderas y pecadoras. No. Le dice a sus ayudantes en el mundo, que son santos y se marchan a la santidad del cotidiano sueño reparador sin una mierda de problema de conciencia, que cojan y las metan de piedras hasta que todo rastro de la vida, de las ilusiones y de los recuerdos de la pobre Sekineh se hayan convertido en un barrillo seco y de color cereza.


www.freesakineh.org

lunes, 19 de julio de 2010

Memento mori


Uno de mi curro fue a putas por ahí por donde los polígonos de Alcalá y se encontró con la muerta de la curva. Ni siquiera le hizo precio. Estamos en crisis, dijo ella con una voz sin garganta. Bueno, pero tú estás muerta… Ninguna de tus compañeras de carretera lo están… no me digas que se cobra igual por hacerlo con una persona corpórea que con un ente apenas intuido, dijo él como dándoselas. Ya, pero entonces te cobro el extra de necrofilia. Tú verás…


Así que ahí se quedó la cosa. No sé si es porque ella despareció, si vino alguien con mejor oferta, si el de mi curro aceptó las condiciones pero no quiere contarnos más…


Y como hoy no tenía mucho que contar, aparte de que pasada una semana del fútbol, ya han retomado los despidos –se ve que no querían hacerlo coincidir con la llegada de la selección-, y que estoy meando un poco más de sangre que antes del mundial, pues he pensado que esto de que las muertas de la curva se hagan putas es como muy sintomático de cómo estamos y a dónde nos llevan y por dónde terminaremos saliendo. Vamos, que no es más que una opinión de las mías.

miércoles, 7 de julio de 2010

orgullo de ser. español.



Por alguna circunstancia que parece ser que no entiendo pero que está ocurriendo, mi pueblo se está llenando de banderas. Banderas en las ventanas, en las antenas de los taxis, en los bares, en las tiendas de chinos y en los restaurantes de chinos. Banderas allá donde decidas posar la visión en 3-D.

Y es que somos españoles, coño. Pero españoles, ¿eh? Y usted, el negro, el moro y el ecuatoriano, no lo es y por mucho que quiera serlo, hay cosas que hasta aquí hemos llegado. Nosotros somos un huevo de españoles y estamos orgullosos de serlo. Orgullosos de nuestro país, de los barrios degradados, de los colgados que se matan cruzando las autopistas camino de Las Barranquillas, de las familias desahuciadas, de los viejos que se mueren metidos en sus infraviviendas del típico y entrañable distrito centro. El orgullo de que nuestros colegios estén segregados -blancos a los concertados con dinero público, el resto a los colegios puramente públicos, ¿cuántos marroquíes o rumanos hay en los jesuitas de aún quedan clases, o en los menesianos pilaristas seguidores del evangelio?. El orgullo de las putas que desfilan por los polígonos industriales, de las que viven esclavas en los miles de clubs de carretera que han florecido gracias a la honesta, orgullosa y mayoritariamente católica clientela española?

Orgullosos de todos nuestros políticos, de todas sus palabras, de todas sus ideas y sobre todo, de su elevado sentido de la justicia. Orgullosos de ser un país que desde que cree que existe, ha sido suelo de muerte. Nos hemos matado entre vecinos, entre hermanos, espalda contra espalda. Nos hemos matado con espadas, con bayonetas, a bombazos, incluso con créditos puente. Nos hemos echado de España por ser moros o judíos, nos hemos extorsionado y robado, porque yo lucho por una patria y tú no, nos odiamos porque sí, porque somos vascos y no nos entendéis, porque somos catalanes y tenemos un sentimiento nacional y porque no somos nada y no queremos ser nada. Somos uno de los pueblos que mejor y durante más tiempo nos hemos matado entre nosotros a lo largo de toda la puta historia.

Orgullosos de los bombardeos, muy orgullosos de la quema de brujas, extraordinariamente felices por las gentes a las que esclavizamos y robamos, ya fueran de casa o del otro lado de los océanos. Estamos felices y agitamos nuestra bandera, la que usamos cuando la matanza de Cholula, la de cuando aguantamos el sitio de Breda, la que besamos unos segundos antes de que nos pisaran los tanques rusos en el subsector de Novgorod, el trapillo que ondeaba tenue en los blocaos de la maldita trocha de Júcaro o en el puto monte Arruit, la que se ve a kilómetros de distancia, a través de la calima de Herat.

La bandera de nuestras multinacionales, la de nuestros créditos FAD; la bandera del avión en el que devolvemos a los negros a su puta casa, la bandera del oro que no era nuestro y que nos gastamos en guerras de religión, la bandera de la sangre que, otra cosa no habrá sido, nos las hemos compuesto especialmente bien en ponerlo todo perdido de ella. La bandera que dentro de unos siglos seguiremos usando para matarnos entre todos, la bandera de nuestros errores, la última que vieron muchos que ahora no son más que trozos de huesos en las cunetas. Huesos comunistas, huesos fachas, huesos carlistas y huesos liberales, todas las clases de huesos descansando bajo nuestro entrañable suelo patrio. El mismo sobre el que un puto yonqui temblón busca una piedra para poner el culo y poder apoyarse un poco mejor.

Somos españoles, qué coño. ¿Usted no? Se joda.

Lo que no me queda claro es qué mierda es eso de darle patadas a las cosas y por qué encima tienen que echarlo por la tele de mi vecino, el que no para de gritar.

martes, 6 de julio de 2010

un poco de todo. o un poco de nada.


Estoy seguro de que no vienen tiempos mejores. Pero ¿no es acaso un cosquilleo eso que estoy sintiendo?

¿Será que en realidad la crisis nos está mostrando nuestra verdadera naturaleza? Es mentira que la última de nuestras aspiraciones sea la felicidad. De ser así seríamos valientes, seríamos revoltosos, seríamos muy inadecuados. Y nos darían por culo. O no. Y haríamos cosas que nos hemos pasado la vida diciendo que haríamos, pero que jamás reuniremos el valor para ello.

¿Será que es posible que se esté mejor escondido, mezclado en la masa, con nuestra camiseta roja y nuestro anonimato, en la media de salarios, en la puta media, en la bendita multitud que nos esconde?

¿Será posible que ser feliz sea tan peligroso? Seguro que sí. Seguro que lo es.


Vienen tiempos muy peores.

Y sí, eso que siento es un cosquilleo.

Y menos mal que aún nos quedan los malos tiempos.

I see the bad moon arisin'

I see trouble on the way

I see earthquakes and lightinin'

I see bad times today

Don't go round tonight,

Well, it's bound to take your life,

There's a bad moon on the rise.

domingo, 20 de junio de 2010

He estado unos días fuera. En realidad dentro.

Me dieron una semana de vacaciones en el sitio de los pijos.
Las he aprovechado encerrado en casa, dando una vuelta por mi propio cerebro. Se me hizo algo largo y monótono, si quieren que les diga. Hice muchas fotos, pero son todas la misma. Mi cerebro tiene pasillos y puertas pero sin nada detrás. Uno que va al Airis dice que todos los cerebros son iguales. Pero no creo que tenga razón, entre otras cosas porque también dice que todas las personas compartimos las mismas emociones y a mí eso me parece que me da un poco de asco y que no puede ser verdad.

El último día, justo cuando ya iba yo con prisa a pillar el vuelo de regreso, me encontré con un cartel, en el suelo, tirado, en un pasillo como todos los demás, en el piso del deseo, pero también al lado de la escalera que lleva a la tristeza.
Me lo he traído a casa.
Por si alguien sabe decirme.

























co

miércoles, 9 de junio de 2010

Yo diría. Que no me importa una mierda.

En mi edificio nuevo, sobre los cielos del mundo, por encima de las montañas de bolsas de papel, los muchachos son guapos, llevan sus abdominales todos los días al trabajo. También hay lindas y delicadas ninfas de magníficas y largas piernas depiladas. Y yo coincido al menos quince o dieciséis veces al día con ellos en los ascensores, cuando voy o vengo de fumar en la puerta. Los chicos guapos también fuman, pero no tanto como la gente que, como yo, cuando da las caladas, mira siempre hacia el suelo.

Ninguno saluda nunca al entrar, los tíos son alegres y desenfadados, se dicen cosas entre ellos, se citan, se responden, mientras miran mensajes de correos en sus black and dekkers de mano. Las ninfas son peores, las ninfas te ignoran a propósito, te ponen cara de asco sin mirarte, y yo considero que eso es un mérito y muy difícil de hacer. Son al menos dos cosas a la vez –ignorar y enviar un mensaje muy específico a un tipo muy concreto, allá en la esquina del fondo del ascensor-, dos cosas que requieren intensidad y concentración. Las admiro por ello. Me imagino que ellas deben ver mi expresión de rendimiento como una especie de mueca de viejo de mierda salido y capullo. No hay como sentirse amado.

En mi edificio ayer se concentraron en la puerta unos tipos con pancarta que protestaban porque les han bajado el sueldo o el cómputo o qué se yo. Lo sé porque debí bajar al menos siete u ocho veces a fumar y allí estuvieron los muy audaces, bajo la lluvia, toda la mañana. La última vez que bajé, y en un semáforo del lateral de la gran avenida sobre la que echamos nuestros pises por las ventanas del piso veinticinco mil, un tío de un coche de varios pisos, color negro, muy nervioso por el atasco y porque debía ser difícil de llevar tanta hijoputez encima durante tantos años, atropelló a una pobre mierdecilla de esas que te limpian el parabrisas aunque tú no quieras. La tía se tiró encima de aquel monstruo, para llegar se tuvo que subir al capó, el cabrón aceleró y se la llevó por delante. Y creo que, aparte de mí, nadie giró su puta cabeza, porque todo el mundo tenía cosas que hacer y todo el mundo tiene sus propios problemas y nadie está encima para que le distraigan y parece mentira que no nos tomemos en serio estas cosas y encima los putos inmigrantes éstos de la lejía aguada.

Y está bien. Yo no me quejo. Yo subo y bajo y les miro las piernas y los abdominales. Entiendo que ellos están en su sitio y yo en el mío. Entiendo que no podemos resistir más y que es hora de convocar elecciones. Entiendo que unos tipos se suban a un barco lleno de cajas de comida y maten a diez de los capullos que las llevaban, disparando a bocajarro, e invoquen con ello su sagrado derecho a defenderse de la gente que lleva cajas de comida.

Y lo que es mejor, entiendo que nada de esto le importa una mierda a nadie. No me importa a mí, que ya para dentro de poco me marcho a casa. No le importa al del bar, que ya ha puesto en la entrada los partidos del mundial que van a echar. No le importa a los que se quejan por su cómputo.

Y ya me dirán lo que le importa a la pobre imbécil atropellada que con un hueso fuera y chillando como las perras de mi pueblo cuando era Agosto y las abríamos las tripas al aire, corre como puede antes de que le alcancen los municipales. El del coche de varios pisos, que tuvo tiempo de denunciarla por asalto a su parabrisas.

jueves, 3 de junio de 2010

No era más que un cabrón de mi barrio que se ha largado

Uno que no compraba comida preparada y se la subía a la mesa del curro.


Uno que nunca hizo cardio, un tipo que se dio mala vida.


Un tipo que hacía fotos y que le jodía la vida a los de alrededor.


Un verdadero perdedor, un tipo sin pose, un tipo sin garganta, un tipo con un cuchillo.


En la mirada, un cuchillo.


Un tipo de mi barrio.

No piensen que me afecta mucho. Ahora somos uno menos para repartir rondas en el Airis. Las putas echan cuentas y creen que no terminan el año, que el 2011 les pilla con el cierre echado.

Out of the blue
and into the black
They give you this,
but you pay for that
And once you're gone,
you can never come back
When you're out of the blue
and into the black.

domingo, 30 de mayo de 2010

Guía de Viajes: Un lugar pequeñito



Un lugar mínimo.


Un punto que no existe.


El centro del Universo.
Donde soy.
Yo.
Y nadie más.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Jardín de Reyes

Ayer, uno de la oficina nos contó la siguiente historia. Al parecer, muchos años atrás, allá en su pueblo, su abuelo tenía un reloj de oro que había heredado de su padre, y así desde que se inventaron los relojes de oro. El caso es que el reloj debía pasar de padres a hijos, pero siempre por el hijo mayor. Los demás, no servían. Hasta que le tocó a él. Problema: tiene un gemelo. Y ya saben cómo va eso de los gemelos: el que nace primero es el más pequeño, porque el que está más dentro es el que se formó antes. O al revés, que yo ni puta idea. Yo tuve un amago de gemelo, pero luego resultó que eran gases de mi madre, que sufría mucho de presiones internas durante los preñes.


¿Quién tiene derecho al reloj? ¿El que nació antes? ¿El que se convirtió en célula multilabiada antes? ¿A partir de qué momento, a contar desde la concepción, se considera que un puñado apretado de células no sólo es un tipo de los que se dicen humanos, sino que además se ha ganado el derecho a portar reloj con cadena?



Teorías a cientos, opiniones las que queráis, pero mi hermano quería mi reloj y yo no se lo iba a dar. Y no me acuerdo quién nació antes. Y si me acuerdo, no quiero saberlo, porque en cualquier caso, siempre hay una manera de ver la cosa en la que salgo perdiendo. Mi hermano me agarró del cuello y me dijo: quiero el reloj de oro del abuelo y si tengo que aplastarte la cabeza con una piedra, no tendré problema en hacerlo. Vale, le dije yo, hagamos un cambio. Algo justo. Quédate con el reloj. No me importa. Pero tú tampoco tienes todo el derecho del mundo a quedártelo. Y yo también podría aplastarte la cabeza, somos de la misma estatura, tenemos la misma fuerza. Ninguno sería capaz de ganarle al otro.

¿Qué quieres? El Jardín de los Reyes. Mi hermano se rió. Pensaba que yo estaba de coña. ¿El Jardín de los Reyes? ¿Qué coño es eso? Una cosa muy sencilla: quiero a tu esposa. Por una noche. Quiero que sea mía. No puedes. Sí puedo. Es una inmoralidad. ¿Quieres el puto reloj o no? Ella no se va a prestar a ese juego. Se va a negar en redondo, tú no estás en tus cabales ¿Quién te ha dicho que se lo tengamos que preguntar? Somos gemelos. ¿Quieres el puto reloj? Es una noche. Sólo una noche.


El Jardín de los Reyes. No tienes otra, hermano. El reloj de oro del abuelo a cambio del Jardín de los Reyes.



Al final, cedió la codicia de los dos. Una noche, nos cambiamos de casa sin que mi cuñada notara nada. Nada más entrar, tomé su mano y la subí hasta la habitación principal. Sobre la cabecera de la cama, una ventana abierta dejaba pasar la fragancia del final de un tranquilo día de verano. La hierba, recién empapada por los aspersores nos enviaba recuerdos de otro tiempo, de unos años antiguos que ya no recordábamos. Aún de pie, la hice girarse contra la pared, y suave y dulcemente, fui quitándole la ropa. Yo ya lo sabía, así es como la había imaginado cientos de veces, pero aún así, su espalda firme e infinita, disparó mi pasión y tal vez hablé más de la cuenta: “Yo reclamo este territorio. A partir de ahora, ésta será mi espalda y de nadie más. Nadie que no sea yo podrá establecerse en ella. Este lugar será para mí el más sagrado, el más secreto. Mi jardín. El lugar en que me retiraré cuando quiera sólo ser tú, el lugar al que nadie más accede. El Jardín de los Reyes”, dije, muy despacio, mientras bajaba mi mano por entre sus piernas.

Un tío de mi oficina se quedó sin un reloj de oro. A cambio, pasó una noche con la mujer de su hermano. Los que le conocen de hace tiempo dicen que no fue sólo una noche. Dicen que la mujer, después de aquella, conoce bien el camino hasta el dormitorio de su cuñado. Y dicen que de vez en cuando, él reclama su propiedad.

Ella conoce el camino al Jardín de Reyes.

Dicen tantas cosas. Como si fueran verdad.

lunes, 24 de mayo de 2010

La cochina interpretación de las cosas


Hay uno en mi oficina que se piensa que el mundo es perfecto. Yo no se lo discuto. No, señor. No he venido a este, su planeta enmoquetado, a discutir con la gente, con él, con todos los que creen en lo mismo que cree él. Que el mundo es perfecto. Que hemos llegado a la cumbre. Que desde nuestras ventanas se ve el eje principal, los vanos intentos de rascacielos de una ciudad de tercera en un continente de segunda.

Pero no. No seré yo quien lo discuta. Creo que incluso es bueno. El que el mundo sea perfecto nos quita de muchos problemas. La gente que está ahí abajo, muy abajo, corriendo hacia el intercambiador, repartiendo la prensa gratuita, tambaleándose en los bares a las seis y cuarto de la mañana, las tías que se recogen al amanecer, … no son perfectos. Nosotros sí, y no tenemos que pensar en ellos. Ni tenemos que pensar en que un día, cualquiera de nosotros pudiera acabar como ellos. Vivimos a treinta plantas sobre el nivel de los tipos que no saben encontrarse bien, que no quieren reconocer que la crisis no es más que un estado de la mente, y que en realidad, Dios hizo los bonos basura porque en realidad, Dios nunca hizo el mundo en siete días, sino que lo encargó a una cadena de subcontratas vía una web de subastas, y que al parecer aún están discutiendo el alcance de los entregables.

Hay uno en mi oficina que tiene los ojos vidriosos y que no deja de pensar ni un solo día en cómo puede ser eso de bajar todos esos pisos sin ascensor, balancearse un poquito hacia fuera y dejar que Newton cumpla su eterna promesa. Ése no entiende de la perfección de las cosas, simplemente ve el vacío y trata de llenarlo a base de una idea fija: la de acabar con todo. Pero no hará nada, porque pese a todo, sabe que en todo mundo tan perfecto como aquel en el que tiene la suerte de vivir, siempre le queda una oportunidad: la de joderlo todo.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Santos Mark de la Oscuridad Infinita y Malcolm del Mezcal y la Caída






















Angeles de la guardia, venid a mí. Necesito sentir vuestra mano, un hombro para cada uno. Sostenedme en el abismo. Guiadme por el dolor y la oscuridad. No me dejéis ser persona. Abandonadme en el color negro y si aún os queda algo de suelto, pagadme una última copa.




sábado, 15 de mayo de 2010

Un mes


De todas las cosas de este mundo que encuentro miserables, una de las que más asco me dan son los regalos. ¿Por qué? ¿A santo de qué coño vamos y le damos a alguien una cajita envuelta en papelín de colores? ¿Es porque creemos que con eso conseguimos algo?

De todos los regalos que me han hecho en la vida, apenas conservo recuerdo de ninguno. No los entiendo, no sé apenas manejarme con ellos, me ponen nervioso los paquetitos, los cordelitos, las sonrisas forzadas…

En lo de mi hermano y el cuñado se empeñan. ¿Qué te apetece por el cumpleaños, por Navidades, por la fiesta de la cosecha? Y yo qué sé, quedarme sólo, que me dejéis en paz, que yo en mi casa estoy muy bien, sentado a oscuras, oyendo los ruidos de las cañerías y adivinando cómo de lo suyo del vientre la vieja del tercero.

Los regalos no son lo mío. No sé hacerlos, he hecho muy pocos, si acaso una ronda en el Airis, un par de zapatos viejos que ya no me están… No. No me gustan los regalos.

Aunque, claro, está lo del último mes.

Con el cambio, han venido las clásicas historias: la gente nueva me provoca intensos deseos de diluirme, de aprovechar uno de esos escándalos solares matinales, para diluirme en el éter, desaparecer a la vista de todos. Ha sido cosa del último mes.

Cuesta encontrar bares guarros alrededor de los edificios modernos; todo lo más, uno que suele estar abierto y vacío a mis horas –se acaban de marchar las putas, ¿sabe?, aquí se toman un café y unos churros de ayer y se marchan ya para casa-, y que habla poco y que sabe lo que quiero y que sabe la seña de a ver esa segunda copa. Todo lo más, pero hay uno y funciona.

Un mes escuchándome los latidos sin necesidad de cascos, ensordecido por el estruendo de mis células en sus mecanismos de reproducción y especialización. Un mes aislado, entero un mes, eterno un mes. Un mes lleno, un mes frente a un océano plano e infinito. Un mes imaginario, un mes real.

Desconfío de quién me hace regalos. No sé qué quieren que haga, no voy a hacer nada por ellos ni por nadie. Soy el Hombre Topo y vivo en mi oscuridad.

Un mes de regalo. Un mes en el que he venido cayendo lentamente hacia el mismo lugar en el que me encuentro ahora. Un mes sin apenas palabras.
Un mes entero. El mejor regalo que me han hecho en toda mi vida. El que más me duele. El que nunca se irá de mi.

martes, 4 de mayo de 2010

oficina nueva

Me han destinado a la nueva oficina. Es poca cosa, un par de decenas de pisos sobre la Castellana, a varios miles de metros por encima de mis semejantes. No, las ventanas no pueden abrirse, y sí, ya he pensado varias veces en tirarme.


Mis compañeros nuevos, los del departamento de localización de sí mismos, creo que nos llamamos, no podrían ser mis hijos. En realidad podrían ser mis bisnietos. Son todos gafapastas, llevan todos cables en las orejas, compran ensaladas de rúcula y sarmiento y se las suben a la mesa de trabajo. Luego, otros días, aprovechan el rato de comida para ir al gimnasio.


Se dicen palabras sueltas, se hacen gestos de bien, vamos, no te sigo, te veo luego… Quedan para después del trabajo, en bares con nombres de fenómenos atmosféricos, y creo que se piden ginebras francesas con agua tónica y pétalos, o asina. Son todo lo que a mí me hubieran hecho ser de haber salido el último en un concurso de qué querría usted ser algún día de todos estos que le van quedando.


Ah, y me miran como si alguien se hubiera olvidado una bolsa de basura. Y qué quieren que les diga, que si no me he tirado todavía, y no me he puesto a buscar el mecanismo de apertura de estas ventanas, es porque ya tengo un motivo para vivir: ser la bolsa de basura de un montón de gilipollas que aún no saben que les ha caído el premio gordo. Y que soy el hombre topo.