jueves, 28 de julio de 2011

Son días oscuros



Son días oscuros. Días que cuentas una y otra vez porque te quieres ir. O porque quieres que otros se marchen. Se acerca el viernes, pero de aquella manera lenta y exasperante que tienen algunas enfermedades que nunca terminan de concluir su trabajo.




Son días en los que quiero que pase algo, pero en los que no moveré un dedo para nada que no sea estar sentado aquí, estar tumbado aquí, mirar la pared, contar nada en concreto. La cuestión es que no ocurran las cosas, pero que todo se mueva rápido, que los problemas se autodisuelvan en sí mismos.




El jefe nos reunió para la última revisión. Ya faltábamos la mitad. Como siempre, hizo sangre, pero no tenía ganas, se le veía lento, poco entusiasmado. Nada parecido a hace unos días. Son días lentos, en los que morimos un poco, pero no resucitamos nada. Dentro de una semana, estaré en otro lugar. O estaré en el mismo.

miércoles, 20 de julio de 2011

El típico momento de no saber qué decir.

Es éste.


Por ejemplo, podría hablar del último libro que me ha dejado hecho trocitos. "Unnamed", de Joshua Ferris. Un hijo del Medio Oeste o de por allí les den, que cada vez que pone un dedo en una tecla, lo clava el cabrón.


Por ejemplo, del último disco que me rompe y me vuelve a componer. El de Bon Iver.


Pero, problema, los dos han salido en este blog, y parecería como que estamos siempre con lo mismo.


Así que como no tengo nada interesante que contar, expondré una parábola: un hombre tenía dos hijos, el primero era bueno, el segundo era malo, el primero mató al segundo porque tenía hambre y el segundo estaba a punto de comerse unos torreznos, el hombre lloró la pérdida de su hijo pequeño, pero poco porque era malo, expulsó a su hijo mayor de sus tierras, pero éste decidió que qué coño, que no se iba a ir, y que total, con la tos tan fea que tenía su padre, para lo que iba a durar, pues que lo metía en una residencia y a tomar por culo, y así procedieron, y el hijo mayor, que era el bueno, folló con su madre, ya que parece que eso tiene que ser así si quieres cumplir con el patrón clásico, vendió sus tierras y cruzó el horizonte a lomos de una burra guapa guapa, y dio gracias a Yavéh, pero también a todos los demás dioses, no fuera a ser qué, y llegó a un lugar que ponía inversiones, y allí se dedicó a comprar cosas súper baratas a gente que necesitaba pasta para sobrevivir, y se hizo aún más rico, y le dieron premios al empresario del año, y le dieron premios al hombre más elegante de la revista Telva, y finalmente, durmió muy tranquilo porque vió que todo lo que había hecho no era sino lo que se esperaba de él.



lunes, 18 de julio de 2011

Dubidú



Por razones de la vida que es muy dura, me encuentro viendo amanecer en una cafetería sin ruidos, que es algo que me da los de nervios. No hay vasos dándose de hostias en una pila, nada de los vapores del infierno, sólo tipos sentados a la barra bebiendo cafés en taza. Gente silenciosa y con la mirada baja. Culpa de sus móviles inteligentes. Están como dentro de sí mismos, no como Donald Draper, uno de mi barrio que trata de entrar en su vida y nunca lo consigue. Estos aún creen que pueden, los muy gilipollas modernos. Dícense que navegan por nubes y rutas. Pero teclean letras que imagino que llegarán a otras barras, a otros cafés en taza.


Tuve una pesadilla. Soñé que tomaba un avión y que iba con traje y que me pagaban por hacer todo eso. Era un tío que escribía un blog haciéndose pasar por mí, diciendo que va al Airis y lleva su Paroxetina a todas partes. Me aterra pensar que exista alguien haciéndose pasar por mí, me confunden los motivos. ¿Huir de sí mismo? ¿Y lo hace tratando de ser yo que no tengo ni la más puta idea de quién soy?


En la pesadilla el cabrón iba y venía, desenvuelto, moderno, maduro, triunfoso. Pero jodido también, con algo sucio dentro. Algo gris, algo como hiedra que crece. Como gases, pero peor. El tío está en un sitio que no es el suyo. Se le da todo bien, es un cojonudo tremendo, pero no es de este mundo, como el barbitas de la Biblia. Y el hijomierda no tiene más cosa ni mejor ocurrencia que venirse a un sueño a ser precisamente yo.


Abre un blog, se inventa sus gracias que son las mías, me toca bien de los huevos, me los unta de oprobio y encima la gente va a creerse que yo no soy nada, que sólo soy un invento. El personaje del blog me dirán los vecinos y las mujeres que ya no me conocen.


Me he despertado en una cafetería. No sé qué hago aquí, ni porqué llevo corbata, ni quién me pidió un café en una puta taza de colores. No sé qué quieren que haga. Pero no estoy seguro de estar de acuerdo. Si al menos estuviera cerca de mi barrio.


Miro por los cristales. Edificios. Ninguno es el mío. ¿Es una realidad virtuosa? ¿Es mi sueño todavía? ¿Cuántas veces tengo que despertar para regresar a mi escritorio, a la barra del asturiano de mi calle, al abdominal fofo de mi Maritornes?

domingo, 10 de julio de 2011

Domingo Tarde Calor



Una mujer delgada y también china. O china y también delgada. Soy el siguiente en el cajero. Espero a que termine. Somos los únicos seres humanos de la calle en este momento. Hace calor, es domingo, el mundo simplemente se mantiene escondido, esperando mañana a las seis, siete, ocho, vámonos para arriba que somos prescindibles.


No estoy nervioso. No tengo nada que hacer. Está tardando, pero la escena es lo que más ha merecido la pena ver en muchas semanas, así que no la voy a estropear simplemente porque no pueda controlar mis fluidos compulsivos. Cosa que sí sé hacer. Y desde los seis días de vida.


La mujer tendrá cincuenta años. O veinticinco y ha tenido mala vida. Me inclino por un término medio y una vida a medias. El cajero le pide un código. Después otro. Le ofrece una pantalla con publicidad de hipotecas. La Caja de Nuestra Gente, o algo así. Castilla La Mancha, Confianza. Tiene cojones, se les acabó el dinero hasta para cambiar la publicidad de los cajeros. Algo así como hemos quebrado, aquí no encontrará un puto duro, márchese a su puta choza en el bosque de los pandas.


Vamos ya por los tres cuartos de hora. La mujer recoge la tarjeta que el cajero le ha escupido. La vuelve a introducir. Ni me mira. ¿A qué coño? Ella está a por dinero, no a hacer amistades.


Qué gran lucha de dos civilizaciones milenarias. La china de los antiguos telares, la Castilla La Mancha de los aeropuertos yermos...


Han venido los de Proseguritas. Les han llamado de la central. Le dan veinte euros en calderilla a la china los cojones. Y a ver si nos estamos quietecitos ya con el puto cajero. ¿No ve que estamos intervencidos?


Me ponen mala cara. ¿Y tú qué? ¿También a hacer la gracia? No, yo sólo estaba mirando los anuncios de las hipotecas. Uno de los dos, el más bajito, uno lleno de pelillos desaliñados en el cogote me suelta una hostia. Se marchan. La mujer también.


Creo que ha vencido ella. Que les den por culo a todos.

domingo, 3 de julio de 2011

Exactamente en el mismo puto sitio de mis pies

Los topos somos casi ciegos. Nos gusta poco el movimiento. No vayamos a darnos una hostia. Y así es cómo funciona todo bien, al menos para nosotros. Nos quedamos en un lugar oscuro, escuchamos nuestros conductos, los ruidos ligeros de las válvulas, el tranquilo discurrir arriba abajo de nuestras sinapsis electoquímicas.




Y hoy es domingo. Y escucho un sonido que es el mismo porque lo repito una y otra vez y otra y una vez y siempre toda la mañana. Se llama circuital y estoy siempre en el mismo lugar. No vaya a darme una hostia.




Y hoy cae el sol a chorros por fuera de mis persianas. Piscinas y montes caen rodando por la pendiente de mi tranquila ignorancia. Yo poseo el mundo exterior y éste no deja de funcionar mal. Porque no es un circuito. Porque no conoce la oscuridad. Porque no sabe. Porque no quiere saber.




Well anyway you cut it
We're just spinning around
Out on the circuits
Over the hallowed grounds

Ending up in the same place
That we started out
Right back in the same place
Right back in the same place
That we starting out












My Morning Jacket. Un lugar. El mismo puto sitio de mis pies.