lunes, 26 de julio de 2010

viernes, 23 de julio de 2010

Sekineh

Uno de mi barrio, que es un listo y un capullo, a la que le invitas a dos copas, te suelta eso de que a Dios no se le puede entender con la lógica humana. Yo más bien al contrario, pienso que Dios es la mayor y peor construcción de todas las que los humanos han erigido desde que se nos ocurriera eso de que tal vez encontráramos algo interesante si bajábamos de una puta vez del árbol.


El tipo de mi barrio, no vayan a pensar, es bastante de mi agrado. Dice cosas con sentido, ya digo que sólo desde la tercera copa. Y piensa, y yo creo que tiene razón, que si hay algo que sobra en este mundo, es Dios. Sobran los juicios, los credos, las condiciones, los castigos y los perdones. Sobran las penitencias, los cielos y los infiernos, y sobran los intérpretes acreditados de la única y verdadera voluntad divina.


Hay una mujer en mi barrio, que se llama Sekineh –ella, no mi puto barrio-, que tiene un problema serio con Dios. Al parecer, hizo algo que a Dios no le gusta, según, claro, un grupo de notables y sabios que nadie mejor que ellos para saber qué es lo que a Dios le mola de verdad.


El problema de Sekineh es que es mujer. Si no lo fuera, aun habiendo hecho eso que a Dios no le gusta, Dios mismo hubiera dicho –siempre a través de sus putos corresponsales- que vale, que bueno, que vete y no peques más, y que todo esto no se vaya a convertir en una costumbre. Dios es asina, a lo que parece. Juzga a los buenos y a los malos, a los tíos y a las tías, según tenga de calibrada la báscula ese día.


Si Dios matara en plan “te vi a meter un infarto que te vas a cagal”, pues vale. Seguiría siendo un capullo, pero pues vale. Pero, no. Dios no mata. No se ensucia las putas manos creadoras de todo lo visible y lo invisible con la sangre de pobres mujeres mierderas y pecadoras. No. Le dice a sus ayudantes en el mundo, que son santos y se marchan a la santidad del cotidiano sueño reparador sin una mierda de problema de conciencia, que cojan y las metan de piedras hasta que todo rastro de la vida, de las ilusiones y de los recuerdos de la pobre Sekineh se hayan convertido en un barrillo seco y de color cereza.


www.freesakineh.org

lunes, 19 de julio de 2010

Memento mori


Uno de mi curro fue a putas por ahí por donde los polígonos de Alcalá y se encontró con la muerta de la curva. Ni siquiera le hizo precio. Estamos en crisis, dijo ella con una voz sin garganta. Bueno, pero tú estás muerta… Ninguna de tus compañeras de carretera lo están… no me digas que se cobra igual por hacerlo con una persona corpórea que con un ente apenas intuido, dijo él como dándoselas. Ya, pero entonces te cobro el extra de necrofilia. Tú verás…


Así que ahí se quedó la cosa. No sé si es porque ella despareció, si vino alguien con mejor oferta, si el de mi curro aceptó las condiciones pero no quiere contarnos más…


Y como hoy no tenía mucho que contar, aparte de que pasada una semana del fútbol, ya han retomado los despidos –se ve que no querían hacerlo coincidir con la llegada de la selección-, y que estoy meando un poco más de sangre que antes del mundial, pues he pensado que esto de que las muertas de la curva se hagan putas es como muy sintomático de cómo estamos y a dónde nos llevan y por dónde terminaremos saliendo. Vamos, que no es más que una opinión de las mías.

miércoles, 7 de julio de 2010

orgullo de ser. español.



Por alguna circunstancia que parece ser que no entiendo pero que está ocurriendo, mi pueblo se está llenando de banderas. Banderas en las ventanas, en las antenas de los taxis, en los bares, en las tiendas de chinos y en los restaurantes de chinos. Banderas allá donde decidas posar la visión en 3-D.

Y es que somos españoles, coño. Pero españoles, ¿eh? Y usted, el negro, el moro y el ecuatoriano, no lo es y por mucho que quiera serlo, hay cosas que hasta aquí hemos llegado. Nosotros somos un huevo de españoles y estamos orgullosos de serlo. Orgullosos de nuestro país, de los barrios degradados, de los colgados que se matan cruzando las autopistas camino de Las Barranquillas, de las familias desahuciadas, de los viejos que se mueren metidos en sus infraviviendas del típico y entrañable distrito centro. El orgullo de que nuestros colegios estén segregados -blancos a los concertados con dinero público, el resto a los colegios puramente públicos, ¿cuántos marroquíes o rumanos hay en los jesuitas de aún quedan clases, o en los menesianos pilaristas seguidores del evangelio?. El orgullo de las putas que desfilan por los polígonos industriales, de las que viven esclavas en los miles de clubs de carretera que han florecido gracias a la honesta, orgullosa y mayoritariamente católica clientela española?

Orgullosos de todos nuestros políticos, de todas sus palabras, de todas sus ideas y sobre todo, de su elevado sentido de la justicia. Orgullosos de ser un país que desde que cree que existe, ha sido suelo de muerte. Nos hemos matado entre vecinos, entre hermanos, espalda contra espalda. Nos hemos matado con espadas, con bayonetas, a bombazos, incluso con créditos puente. Nos hemos echado de España por ser moros o judíos, nos hemos extorsionado y robado, porque yo lucho por una patria y tú no, nos odiamos porque sí, porque somos vascos y no nos entendéis, porque somos catalanes y tenemos un sentimiento nacional y porque no somos nada y no queremos ser nada. Somos uno de los pueblos que mejor y durante más tiempo nos hemos matado entre nosotros a lo largo de toda la puta historia.

Orgullosos de los bombardeos, muy orgullosos de la quema de brujas, extraordinariamente felices por las gentes a las que esclavizamos y robamos, ya fueran de casa o del otro lado de los océanos. Estamos felices y agitamos nuestra bandera, la que usamos cuando la matanza de Cholula, la de cuando aguantamos el sitio de Breda, la que besamos unos segundos antes de que nos pisaran los tanques rusos en el subsector de Novgorod, el trapillo que ondeaba tenue en los blocaos de la maldita trocha de Júcaro o en el puto monte Arruit, la que se ve a kilómetros de distancia, a través de la calima de Herat.

La bandera de nuestras multinacionales, la de nuestros créditos FAD; la bandera del avión en el que devolvemos a los negros a su puta casa, la bandera del oro que no era nuestro y que nos gastamos en guerras de religión, la bandera de la sangre que, otra cosa no habrá sido, nos las hemos compuesto especialmente bien en ponerlo todo perdido de ella. La bandera que dentro de unos siglos seguiremos usando para matarnos entre todos, la bandera de nuestros errores, la última que vieron muchos que ahora no son más que trozos de huesos en las cunetas. Huesos comunistas, huesos fachas, huesos carlistas y huesos liberales, todas las clases de huesos descansando bajo nuestro entrañable suelo patrio. El mismo sobre el que un puto yonqui temblón busca una piedra para poner el culo y poder apoyarse un poco mejor.

Somos españoles, qué coño. ¿Usted no? Se joda.

Lo que no me queda claro es qué mierda es eso de darle patadas a las cosas y por qué encima tienen que echarlo por la tele de mi vecino, el que no para de gritar.

martes, 6 de julio de 2010

un poco de todo. o un poco de nada.


Estoy seguro de que no vienen tiempos mejores. Pero ¿no es acaso un cosquilleo eso que estoy sintiendo?

¿Será que en realidad la crisis nos está mostrando nuestra verdadera naturaleza? Es mentira que la última de nuestras aspiraciones sea la felicidad. De ser así seríamos valientes, seríamos revoltosos, seríamos muy inadecuados. Y nos darían por culo. O no. Y haríamos cosas que nos hemos pasado la vida diciendo que haríamos, pero que jamás reuniremos el valor para ello.

¿Será que es posible que se esté mejor escondido, mezclado en la masa, con nuestra camiseta roja y nuestro anonimato, en la media de salarios, en la puta media, en la bendita multitud que nos esconde?

¿Será posible que ser feliz sea tan peligroso? Seguro que sí. Seguro que lo es.


Vienen tiempos muy peores.

Y sí, eso que siento es un cosquilleo.

Y menos mal que aún nos quedan los malos tiempos.

I see the bad moon arisin'

I see trouble on the way

I see earthquakes and lightinin'

I see bad times today

Don't go round tonight,

Well, it's bound to take your life,

There's a bad moon on the rise.