jueves, 30 de abril de 2009

Este fin de semana...


he quedado con el cuñado.




nos vamos de pandemia...



servidumbres de querer estar siempre a la última.

martes, 28 de abril de 2009

Qué cerdos son los cerdos

Los cerdos tienen fiebre.

Las vacas andaban inestables de carácter. Después, fue a los pollos a quien les dio por tener fiebre. Pero es que ahora nos fallan también los muy cerdos.

Ha sido todo uno: empezar los cerdos con fiebre, y prohibirnos ir a misa y besarnos, da igual si era con o sin lengua.

A mí lo de estar a dieta de carne, pues bueno, con lo de Paroxetina no le daba ya mucho. Puedo pasar sin ello. Pero, ¿qué hacemos ahora con el Papa? Si no puede trabajar de lo suyo, a ver cómo se paga los viajes. Que nadie va a ir a verle. Y muchos menos los muy cerdos, que están con fiebre.

viernes, 24 de abril de 2009

Santa Carolina de Lombardía

Ácida, divertida, malhablada, cínica, espontánea, siempre en movimiento. Sin normas ni miramientos, acelerada, pegando puñetazos al aire, cercana, fácil, gamberra. Folladora, payasa, desvergonzada y antidiva.

- No, no, no. Creo que ya hemos hablado mucho de mi, Hábleme de usted.
- Bueno, no hay mucho que contar. Sólo que piloto un bombardero.
- ¡Oh, qué emocionante!
- No crea.. aunque es un gran bombardero. Puedo arrojar tres toneladas de dinamita en dos minutos.
- ¿De veras?
- ¿Lo encuentra interesante?
- ¡Oh, ciertamente que sí!



Santa Carolina de Lombardía…

Si al menos Peter...
Nobis Nobis Es de Tú y de Tú.

jueves, 23 de abril de 2009

Curso Hiperacelerado de Psicología para Capullos de Oficina - 1



Al jefe, siempre de usted.


Que se metan por el culo el buen rollito y el tuteo. Las distancias, desde el primer día.


Así cuando te vayan a putear -que siempre lo hacen-, te duele menos.


Y recuerda: se trata de ti, no de los demás.

miércoles, 22 de abril de 2009

Lo que se dice, un cuento.


Este dedito untó a un par de concejales, y consiguió unas recalificaciones en mitad de un secarral.

El dedito grande quería ser tu Banco y llenó el secarral de sucursales.

El dedito siguiente se metió en un crédito para comprar un local y poner una franquicia; le habían dicho de muy buena tinta que aquello ya no era un secarral, sino un eje de expansión.

Al cuarto dedito, que estaba en campaña electoral, le dio por hacer estaciones de metro ligero en el eje de expansión.

Y luego llegó el dedo gordito, que en realidad se llamaba “a tomar todos por culo”, y las constructoras cortaron con sus miles de subcontratados antes de desaparecer ellas también; los que se quedaron en la calle no pudieron pagar los créditos del que quería ser su Banco, y de paso perdieron los pisos; a los de las franquicias más o menos les pasó lo mismo; el metro ligero va de vacío y ahí se han dejado las grúas, que cuesta un huevo moverlas del sitio.



Lo que se dice.

lunes, 20 de abril de 2009

Semana Decisiva.


Ha comenzado una semana decisiva, en palabras de nuestro director. Es decisiva por muchas razones, al parecer. Estamos inmersos en una auditoría, en una due diligence, en un cambio de los sistemas de información, y para colmos vienen los europeos a celebrar el Comité de Dirección de la Región MED dentro del Área EMEA. La puta caraba.

Esta mañana, al llegar –ya saben que me resulta muy agradable echar un ratillo por la zona de despachos VIPS antes de que aparezca nadie-, me he encontrado la oficina revolucionada. Todo el mundo pidiendo información, listados, reportes. Todo el mundo colgado al teléfono, paseando arriba y abajo de los descansillos con el móvil. Dime, dame, ponme, truca y estim parlando per la telefonatta.

Y yo, pues no sé, no puedo estar en mi sitio porque no hace más que sonarme la extensión y llegan los correos a docenas de centenas, y me convocan y tienes hasta las once para enviarlo. Si no, se cierra y tú verás. No puedo andar por los pasillos porque entonces soy carne de cañon. Unos que suban a dirección a mover los muebles para habilitar la conference room. Se necesitan sillas en la sala grande de reuniones. A ver quién puede subir a llevarse unos archivadores que están en mitad del pasillo.

Ni en mi sitio ni por los pasillos, ni mucho menos en el bar de abajo, que están hasta arriba de hacer cafés y subir bandejas de cruasanes y sobaos industriales. Pues de estoy ya me podían haber avisado. ¿Para cuántos? Hombre, café no hay problema. Pero tostadas de aceite y tomate no creo que tengamos ni para la mitad. Con pan de molde no salen lo mismo, pero si son extranjeros…

Nadie me hace caso. A no ser que me preste al sube y baja.




Ha comenzado una semana decisiva. Regreso a mi casa, me meto en la cama y apago la luz. Con un poco de suerte, el lunes que viene, sigo teniendo curro.

martes, 7 de abril de 2009

lunes, 6 de abril de 2009

Café con cosa


A Paroxetina no le gusta que beba. Lo dejó bien claro desde el primer día. No quiero que bebas. Ni una gota más. Y punto.

Podría mandarla a paseo. Lo he hecho con todas las que me he encontrado, mira tú qué problema. Pero en cierto modo aún no me he cansado de ella. Quiero decir que sigo encontrándola agradable. Y me divierte ver su boca de U-U-U cuando hago cosas que no le gustan.

Como por ejemplo, meterme en un bar a media mañana, pedir un sol y sombra y quedarme mirando las estanterías de botellas mugrientas durante horas. Anisettes, Cremas de Cacao y Menta…, yo qué sé la de cosas cochinas que la gente se mete por la garganta.

Hacía tiempo que no venía por aquí. Alguien me dijo que habían cambiado de dueño. Ahora es una especie de cabaña tropical con imitación de maderas y tumbonas, que ofrece un viaje por delicados paraísos exoticos. Da cafés y tés por las mañanas, cañas con pulgas a mediodía y gintonics y mojitos aguados a la hora de salir los oficinistas. Como que apetece poco.

Decido entrar. Por variar un poco; y porque a Paroxetina no le gusta. El sitio no huele a nada.

­ - Café –pido a la camarera, una negra alta y muy delgada, mayor pero no mucho más de cien años; muy seria, muy jodida.
­ - ¿Cómo? –contesta ella, mirándome con ojos vacíos.
­ - En vaso.

Levanta su brazo derecho y me señala una pizarra en la pared detrás de ella, a su derecha. Leo en alto, puedo sentir cómo Paroxetina me clava sus ues en los lomos.

­ - Vienés, irlandés, ugandés….

La camisa, negra, de camarera de calidad, tiene un pequeño agujero por el sobaco. Puedo verle la piel. Es dura, pero juraría que también suave.

­ - Carajillo de los de toda la vida…, ¿no tenéis?

Es verdad, me mira sin ojos. Baja su brazo mientras Paroxetina, detrás de mi, se pone a chillar como una loca. Sólo yo puedo oírla, pero eso no la justifica de ninguna manera. Así no se dicen las cosas.

La camarera se gira para ponerme el café. Tengo su espalda a menos de un metro de la nariz. Larga, interminable. Puedo verle las costillas a través de la camisa. El sujetador se le aprieta como si fuera el abrazo de alguien muy querido. Me gustaría decirle que la amo desesperadamente y que nada me gustaría más que verla echada sobre mi cama y poner la cara sobre su espalda. Cerrar los ojos… estar así tumbados lo que nos queda de año.

Me despierta un ruido. La mujer se ha movido, ya no hay espalda que admirar. Me imagino que se ha ido a coger un loquesea. Frente a mí, sólo una humeante máquina de café con expresión de "¿no ves que estás molestando?".

Pago y me marcho sin ni siquiera esperarme al carajillo. La mujer no tiene ni el detalle de poner cara de sorpresa. Recoge las monedas y el café, agarra un móvil y se pone a mirar mensajes.


Eso es que está acostumbrada.

jueves, 2 de abril de 2009

Diccionario Breve de Términos Empresariales Gilipollas. Hoy: la Gestión de Expectativas.

La Gestión de Expectativas es que pides medallón de merluza o solomillo reventón y te traen gato, pides Suflé Alaska y te traen gato, y pides gato –por variar más que nada- y te traen gato –por asentar el concepto de quién es quién y dónde está cada uno, más que nada.

La Gestión de Expectativas es una de las claves del mundo moderno. Bueno, de los antiguos también, pero como ya no le importan una mierda a nadie y vete tú ahora a preguntarles, pues vamos a quedarnos con lo moderno, ya saben el poliplástico ése y demás materiales.

¿Qué se espera recibir cuando se pide algo? –preguntó uno que nos dio un curso, y que tenía el traje azul y los zapatos marrones. Supongo que al hacer la pregunta esperaba que alguien contestara. Ya se sabe con estas cosas, que siempre cuesta romper el cuesco. ¿Pero esperaba el zapatos color caca que nadie dijera mú? Sería bastante probable. O tal vez sí. O yo qué coño sé, que no estaba atendiendo en ese momento.
¿Esperaba por el contrario que anduviéramos todos en lo de quitarle el record del Brick Breaker a Carmencita Jiménez-Guiñapo, una de Marketing, auténtica killer en esto de la informática de usuarios a su puta bola? Pues yo diría, por lo que comentaron después –andaba yo tras la pantalla 30 para entonces- que el zapatitos no, definitivamente no se esperaba, que ni los ácaros de la moqueta le andaran mirando.

El mundo se divide en clientes y proveedores. Eso es así. Lo saben hasta los autismos. Ahora, que depende quién seas y a qué hora del día estemos, la división será entre clientes y capullos, o entre capullos y proveedores. Importante: los capullos están siempre del otro lado al tuyo.
Para entendernos. El mundo se divide en los capullos que no hacen más que joder, y yo mismo, que soy el que dicta la cuestión. Por ejemplo, querido lector ocioso que en lugar de estar correspondiendo con tu trabajo al sueldo que te pagan, estás paseándote por la Internect, que sepas que tú lo que eres es un capullo. ¿Y por qué?, me dirás. Pues porque no eres yo, capullo; y que sea la última vez en tu vida que accedes a este blog con gafas de pasta o zapatos marrones. Capullo.

Pero nos estamos alejando de la costa, que diría el sobrecargo. A veces eres cliente, por ejemplo, y entonces lo que tú has pedido es lo que quieres, pero mejor y más barato y con más accesorios y nata montada y aceitunas y un descuento por volumen de negocio o por mensualidad vencida y cobro a seiscientos días. ¡Ah, coño! ¡Que resulta que soy el cliente y no me haga usté repetirle, lo de que yo siempre tengo la razón!

Pero otras veces eres tú el proveedor y entonces el que hace de cliente va y se pone chulo y te dice que eso que le has puesto es muy poco y está helado y que en la reunión de gestión del alcance y modificaciones al proyecto ya te djeron, y desde luego que quién ha sido el que dio la aprobación para las nuevas funcionalidades y siempre se ha dicho que el potorro del ahorcado entra también en la caja.
Pues bueno, pero no. Porque el capullo siempre es el otro. Y no hay gestión de expectativa ni nada en esta vida que se haya hecho para beneficiar al que no sea yo mismo.

1.- ¿Pero no me dijo usted que lo quería blanco? No, yo no lo dije. Sí, mire usted, aquí lo tengo yo apuntado. Fin.

2.- ¿Blanco? ¿Apuntado? ¿Y dónde está mi firma? ¡Ah!, que lo apuntó usted para sí mismo y no se preocupó de que yo le aceptara el cambio. Fin.

Elija usted una de las anteriores. La primera si es proveedor, la segunda si es cliente. Lo importante es estar rápido, acudir a las fuentes, hacer mención de documentos inexistentes o letras pequeñas que nadie se lee. Reproche siempre ese comportamiento a su interlocutor, eso le hará sentirse culpable y bajar la guardia. Momento en el que aprovechará usted para metérsela doblada, a la vez que exclama:

- ¡Pero qué poca importancia le damos a la Gestión de Expectativas! Si es la clave de todo.

Si el otro no le sonríe tímidamente y de paso le da las gracias por la aclaración, entonces es que usted es un mierda y no merece más lecciones de Gestión Empresarial Moderna y Gilipolla como la que proporcionan estas páginas.

Ah, y que sepa que aquí hay un capullo, y ése no soy yo precisamente.

miércoles, 1 de abril de 2009

Santos del día: San Buddy Bolden y San Bix Beiderbecke.

Hoy, día uno de abril, día de los derrotados, iniciamos una nueva sección, el santoral del Hombre Topo, dedicado a aquellos (y sólo a aquellos) que merecen verdadera y profunda veneración. Derrotados, alcohólicos, genios, puteros, impuros, excelsos, renegados, esquizofrénicos y bastardos.

San Buddy Bolden, San Bix Beiderbecke.

Si al menos Peter...
Nobis Nobis Es de Tú y de Vosotros.