lunes, 30 de junio de 2008

Léase Fútbol donde dice Conformismo


o banderas
o cientos y miles de coches pitando
o masas entusiastas y adhesivas a lo que haya
o escenarios y televisiones
o nacionalistas españoles
o nacionalistas antiespañoles
o políticos profesionales
o reyes saltarines



todos conformes, qué buena cosa.

viernes, 27 de junio de 2008

Arena en los pulmones



Esta hostia de tristeza.

Joder.

Es.

Como llevar arena en los pulmones.

Mmmm... feel like moanin' and cryin'

Mmmm...feel like moanin' and cryin'

jueves, 26 de junio de 2008

martes, 24 de junio de 2008

Todos hemos pasado por ESE momento de la vida.

Sí hombre. Lo del antes y el después. La caida del caballo...

La gran revelación que todo lo cambia.





En mi caso, fue el descubrir que mi cuñada estaba hecha de celulitis.

lunes, 23 de junio de 2008

Hallazgos de antena.




Voy por la calle. Junto a mí, en un semáforo, un ciego con perro. Habla solo. Muy bajito. Aguzo el oido:

- Hijo de puta, ¿qué pasa? ¿También te duele, verdad? Pues ahora ya sabes qué es lo que se siente. Yo lo soy de nacimiento, y no tengo nada que echar de menos. Me han dicho que eso es lo más jodido de todo. Pues haberlo pensado antes de meterte conmigo. Cabrón.

Una clínica buena buena. La cafetería. En la mesa de al lado, un tío habla por el móvil. Niqui rosa, cocodrilo verde en una teta. Melenita doblada por detrás. También aguzo:


- Ya sabes, el típico culito respingón que me gusta. Ya me dirás. Sí, sí, el vaquerito bien apretado. Como a mí me gusta. Me ha quedado genial.



Ambos casos confirman mi sospecha de que la cirugía es una disciplina cada vez más popular.

viernes, 20 de junio de 2008

¿Pero cómo? ¿Viernes y va usted por la calle sin maleta de ruedas?






Una prueba más de que es usted un mierda.





I got the blues

And I got them really bad

The suitcase blues

Are the worst I ever had

jueves, 19 de junio de 2008

Autorretrato - 4


Dignidad, mucha dignidad...


Sí, lo reconozco.
Aún me persiguen aquellas palabras de mi tío abuelo...


miércoles, 18 de junio de 2008

Defensa y Ataque - 1


El oficinista zen jamás adopta una actitud agresiva.

Jamás.

Ni ante problemas ni ante personas.

El oficinista zen está en su sitio, todo lo demás gira en torno a él.

Ser agresivo significa querer cambiar el orden sagrado de las cosas.

Y eso es peligroso.



Si a primera hora de la mañana llaman al oficinista zen con una estupidez y un tono muy de tocarle el cosmos, nuestro héroe jamás exteriorizará malestar o impaciencia ante el contendiente que frente a él se muestra.

- Buenas, que soy de la Oficina de Seguimiento de Contratos –tono abrupto y amenazador.
- Muy buenas, tú dirás –tono zen, esto es tranquilo y distante, cual arroyo de las altas montañas.
- Es que resulta que estamos haciendo una revisión de los contratos vencidos y con saldo negativo… -pausa para aumentar el efecto dramático.
- ¿Y? –le pregunto con mi tono de arroyo zen, más que nada para ayudarle con el efecto dramático.
- Pues que sales en los papeles como el peor gestor de contratos de la historia de la compañía –como frase lapidaria no está mal, aunque yo hubiera sido aún más tremendista, no en vano la pausa previa pedía algo un poquito más fuerte.
- ¿De verdad? –el deshielo recién comenzado hace que las laderas se pueblen de hermosas florecillas de los más diversos colores.
- Sí, de verdad. Se te va a caer el pelo, macho. En cuanto le pase mis conclusiones a Gómez Arriolístegui.
- ¡Qué me dices! ¡Pero si eso no puede ser! Yo creo que estaba todo bien… -creerá el lector que el oficinista zen ha sido presa del pánico; nada más lejos, no es más que un breve repliegue que sirva para asentar mejor el cuerpo, así como maniobra de despiste para el enemigo.
- Pues ya te puedes ir preparando…
- No habrá ningún error, ¿verdad? Me refiero que a lo mejor, si estuviérais usando sólo los listados de los cierres…
- Claro que usamos sólo los listados de los cierres.
- Eso es lo que te decía, que si solamente usarais los cierres, pues claro…

Me van a permitir que interrumpa, que esto es importante. Vean cómo el oficinista zen ha introducido ya un elemento nuevo y perturbador en la conversación. Los listados de los cierres es la única fuente fiable, no se usan más fuentes para el análisis ese de los contratos, pero con esta sutil pero atrevida finta, ya sabemos algunas cosas nuevas:

- El que llama no sabe que no hay más sitios ni listados de donde sacar la información.
- El oficinista zen sabe que no, que no existen.
- El que llama ha descubierto de manera peligrosa uno de sus flancos: no saber de lo que habla.
- El oficinista zen lleva ventaja y la va a aprovechar. No tendrá más que enfrentar a su oponente contra sus miedos. Verán de qué manera más sencilla.

El imbécil del otro lado es prepotente y va a por todas. Ha equivocado la táctica; como es costumbre de nuestro tiempo, ha empezado agresivo, pavorrealesco. Error. Al atacar, el guerrero siempre descuida sus defensas. En algún momento, sin darse cuenta, una pequeña fisura que asoma por entre las piezas de la armadura, por entre las líneas de soldados, desplegadas tal vez con demasiada precipitación. Y he aquí por donde atacará –paciente y sabio- el oficinista zen.

- No sé de qué me estás hablando. Con los listados de cierre se ve todo.
- ¿Y las reservas por movimientos en curso? Es que sin ese dato, siempre os dará saldo negativo. Vamos a ver, entiéndeme; que no estoy diciendo que lo tengas mal, soy consciente de que mis proyectos no van bien, y muy probablemente tengas razón, pero si estás comparando los márgenes de mis proyectos con los de los demás, pero sin tener en cuenta las reservas por movimientos en curso, ni el recálculo ponderado por anualidad vencida…

La bomba ha sido arrojada. Con notable habilidad y limpieza, pues ha caído en plena retaguardia enemiga, aprovechando el flanco que recién había dejado al descubierto con su irracional movimiento primero de ataque.

Los titubeos, las dudas y palabras a medias… El mejor de los síntomas…

- ¿El qué? ¿Movimientos en curso de las anualidades ponderadas…?
- No, las reservas por movimientos en curso y el recálculo ponderado por anualidad vencida. Son dos magnitudes fundamentales. De hecho, no sé si recuerdas, pero hace cosa de un par de meses que Arriolateguía envió un correo advirtiendo del tema.
- Arriolístegui. Gómez-Arriolístegui –corrige el otro, cada vez con menos esperanzas de recuperar la iniciativa.

Craso error. Poniéndole esa inocente trampa, el oficinista zen comprueba satisfecho que, no habiendo sido corregido más que en ese pequeño punto, el contrincante no tiene lo que se dice ni la más puta de las ideas sobre las famosas reservas ponderadas y resto de parientes organigrámicos. Muy lógico, teniendo en cuenta que esos listados jamás de la vida han existido en lugar ni empresa ninguna.

El combate entra ahora en una nueva fase. Pero para ello, habremos de esperar unos días, ya que este oficinista zen debe retirarse y descansar. Su espíritu agotado, y sediento del arrullo de la brisa por entre los cedros, necesita de reposo y contemplación.

Así que les dejo por ahora. Apoyado en el respaldo móvil de mi silla ajustable, procedo a acariciar lenta y pausadamente mis propios testículos mientras me pongo con el Messenger, marca registrada. Microchof. Creo.

lunes, 16 de junio de 2008

Para los muy iniciados - 3



No es sólo una mala racha.

Es un modo de vida.

martes, 10 de junio de 2008

Fantasías animadas de ayer y hoy


- Pídeme lo que quieras.
- ¿Y eso?
- No sé. Que me habrás pillado con la guardia baja…
- Pero ¿lo que quiera, lo que quiera?
- Hombre, tampoco te pases. Una cosa dentro de lo normal.
- Es que ahora…así de pronto…
- Pues nada, pero luego no me vengas diciendo que no te lo ofrecí, que siempre te estás quejando de que ya no le ponemos fantasía, que se ha perdido el morbo…
- Que no es eso, mujer. Es que me has pillado de sopetón. Que no me lo esperaba. Estaba yo aquí como distraído y no…
- Lo que pasa es que tú mucho quejarte, pero luego, a la hora de la verdad, mira tú por dónde.
- Vale, vale. Que yo te lo agradezco, y muy en serio que te lo digo. Pero es que así, de repelente…
- ¿Y cómo quieres que sea? Estas cosas van así. Rapiditas, improvisadas...
- Pues el caso es que ahora…
- Oyes, tampoco te me vayas a poner complicado.
- Pero es que precisamente hoy vengo un poco justo.
- ¿Y eso qué?
- Pues eso, que venía sólo con lo justo… Joder, si ya lo sabes…
- ¿Qué pasa? ¿Que crees que te voy a cobrar más?
- Hombre, si me dejas pedir lo que quiera…
- Que ya te he dicho que dentro de lo normal, que no te vayas ahora a poner artista.
- ¿Y no me costará más?
- ¡Joder, Hombre Topo! ¡Me están dando unas ganas enormes de mandarte a la puta mierda!
- Pues sí que estás tú morbosa y sugestiva, Esperancita.
- Ya ves, esto es lo que hay.
- ¡Hala! Ya te me has tenido que aperrear.
- Es que tienes una mano para joderlo todo…
- Mujer, no te me pongas abrupta…
- Y a ver cómo quieres que me ponga.
- Venga, que tienes razón. Que lo nuestro será pagando, pero siempre le podemos poner un poco de fantasía.
- Ya, claro.
- Que sí, que tienes razón.
- Lo dices para quedar bien…
- Que no, que no. Que ya se me ha ocurrido una fantasía…
- ¿Tú? ¿Una fantasía? Venga hombre, no me toques los aparejos…
- Como lo oyes, reina mora
- ¿Sexual y guarra? Ya será menos. Si a ti te sacan del grecorromano y ya estás perdido…
- De monja
- ¿Cómo que de monja?
- Que te vistas de monja. Que me pone.
- ¿Que te pone? ¿Cuánto?
- Palotero hasta el techo…
- ¿Y cuánto de monja quieres que me ponga?
- Pues todo lo que puedas y más.
- ¿Y después…?
- Te como el hábito.
- ¿Todito todo?
- Hasta las hilachas, guarra que eres una guarra, y hemos quedado en que no cobrabas de más, ¿no?
- Joder, Topo, con lo bien que ibas… Contigo, ya se sabe, en cuanto empieza una a coger temperatura, bajonazo que te crió….
- Para bajonazos, el que te voy a dar…
- Menos lobanillos, ansias, que eres un ansias.
- Bueno, ¿qué? ¿Nos falta mucho?
- Que no, que ahora salgo que ya estoy.
- ¿Ya?
- Toda tuya…
- ¿Con sus ligamentos por debajo y todo?
- Como una caballería en celo…
- Pero de monja…
- Pero de monja, Topo. Pero de monja.
- A ver si luego…
- Ya.
- ¿Ya?
- Ya. Y haz el favor de cerrar los ojos, que salgo. Que así hace más efecto.



viernes, 6 de junio de 2008

Grandes Personajes del Momento de Ahora Mismo. Hoy: Usted y Yo







Esta sección premia a idiotas. Algo que está muy de moda –ser idiota-, pero que coincidirán conmigo en que recibe menos reconocimiento del que debiera. Bueno, claro que hay idiotas que reciben premios, pero no exactamente por ser idiotas, sino porque los miembros del jurado piensan que el tipo en cuestión (o la tipa en cuestión, si es usted Ibarretxe) es súper de lo suyo. Con lo que quedan todos –jurados y premiados- como lo que de verdad son.

Idiotas.

Óscares, Goyas, Carlomagnos, Conchas, Palmas, Príncipes de Asturias, Planetas, Nadales, Premios Ondas de la radio, Max de teatro, Medallas de la Comunidad Atómica del Alto Tajo, Cucharas de Oro, Guindillas de Plata, Columpios de Bronce…. Lo que quieran.

Y aunque pueda parecerlo, ninguno de estos premios –y de unos cuantos más- está dedicado a la idiotez.

Vivimos en una civilización idiota, nuestros periódicos son idiotas, la organización de los servicios públicos es idiota; las leyes y costumbres, el derecho romano o la tradición cultural, el curso de los acontecimientos, la política, la economía, la religión, el deporte o la cultura son por encima de todo, idiotas. Hay blogs idiotas, empresas idiotas, cadenas de televisión idiotas, jefes idiotas e Ibarretxes (o Ibarretxas) idiotas. Cocineros idiotas, centrocampistas idiotas, candidatos (o as) idiotas a puestos (o as) más idiotas todavía, magistrados idiotas, locutores idiotas, ensayistas idiotas, encargados idiotas y jefes -muy idiotas- de gabinete, de prensa, de planta o de estación.

Por todas partes, sin límite, a granel, la idiotez es el aire mismo que respiramos.

¿No les parece injusto? ¿No debería haber un algo, un nosequé, que sirva para premiarla en todo su esplendor, con toda su evanescencia?

Es una pena y una desgracia y una desmotivación que no haya nadie que se dedique a reconocer y premiar tanta idiotez, que no existan escalas ni métricas que establezcan los diferentes grados de imbecilidad y estulticia, que no se premie a los que más empeño ponen…

Lleno de angustia y resquemores que pican, el comité de expertos de este blog creó entonces esta que se llama la Columna de los Grandes Hombres del Momento de Ahora Mismo, en la que sólo los muy idiotas, o los que eligieron serlo por vocación pueden entrar. La Concejala Pija de Hortaleza, el muchacho ése de Reus que ya desde pequeño quería ser coreano del norte y comunista maoísta, el humorista tunecino que no tiene mejor idea que imitar al presidente en un país sin libertad de expresión, el senador yanqui hijo de inmigrantes que propugna activamente la expulsión de inmigrantes, ¿quién puede negarles ese momento de fama que han sabido ganarse a base de idiotez casi al 100% de pureza?

Pues ahora les confesaremos algo. Lo teníamos difícil este mes. Cada vez hay más idiotas, y los que ya vienen de antiguo se lo toman con creciente profesionalidad y dedicación. A bote pronto, y eliminando a los grandes clásicos –Bush, Juan Carlos de Borbón, Ramoncín, Jorge Lorenzo- por tópicos y facilones, queda una lista de promesas bastante sugerente: el secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, que está creando un programa informático para el control de las bajas laborales fraudulentas –el concepto ya duele-, el cuerpo de capellanes del Pentágono de los Estados Esos de América, que han sacado la guía “Cómo evitar casarse con un imbécil” –dedican el primer capítulo a hablar de sí mismos-, un tal Gabor Mitynan, concejal de Budapest que sólo permite llevar minifalda a aquellas funcionarias de su loquesea natal que tengan las piernas perfectas –un tipo con clase, ya ven.

Idiotas, como se ve, los sigue habiendo a montones. Y lo bueno es que la provisión no parece correr riesgo.

Sin embargo, la noticia que nos llegó hace días hizo que decidiéramos dar un cambio. Y es que quien se lleva la palma es usted, amigo mío. Si, usted, el que está leyendo esto en lugar de estar currando o de hacer algo útil o ayudar a la mejora de la raza o instalar una copia pirata del office.

Usted, capullo.

Usted y yo. Yo también. Por lo mismo. Por capullo y por idiota. Los dos. Los que seamos. Un montón de gente.

¿Y por la cuál razón?

En realidad, por nada.

Bueno, sí, por algo.

Es que resulta que según un estudio muy importante de unos señores que son muy de controlar estas cosas, “la retribución media de los directivos de las principales compañías es 17 veces mayor –en media- que la de sus empleados”.

De media. Que hay empresas, como Telefónica o BBVA, que sólo es 36 o 37 veces mayor.

Mola, ¿eh? ¿A que no nos gana nadie a idiotas? Trabajamos de media para unos tipos y tipas (ya saben), que sólo ganan 17 veces lo que nosotros. ¿Que usted es un mileurista más o menos, seguro que menos? Sus jefes no se levantan de la cama por menos de trescientos de esos al año.

Ya les estoy viendo la cara. Se me han enojado. Criaturitas. No me sean tiestos. Piensen por un momento el abanico de posibilidades.

¿Tenía usted escrúpulos por robar bolis del almacén? ¿Por llevarse paquetes de folios de quinientas? ¿Por pasar notas de gasto con la fecha cambiada para que no se vea que la comida fue en fin de semana? ¿Por llevarse botellines de agua del minibar del Conejito Delegado? ¿Por escaquearse todos los viernes a partir de las doce y media?

Amos, no me jodan…

Y hagan el favor de recapacitar.




lunes, 2 de junio de 2008

Autorretrato - 3


Amanece. Así. Una buena hostia en todos los bebes...