viernes, 17 de julio de 2009

El principio de que se termina todo

Está rara la tía. Más de lo que ya es. Se pone así como en cuclillas, hace como cr…cr.., como cuando no coges bien la radio, y luego cierra los ojos y se queda como muerta pero de cuclillas, la cosa clásica de las paroxetinas. Eso es que se huele algo, ¿pero qué?

Lo mejor es ir a preguntar al que nos presentó. Que qué le pasa, que a santo de qué va a ser ahora ella el foco de las atenciones, que yo soy un paciente y a ver si no se cree él que no tengo los derechos del paciente, como los demás que van por la vida.

Es que sabe que lo vuestro se acaba, me dice. ¿Cómo que se acaba? ¿Así, de repente? No, vamos a ir reduciendo poco a poco. A lo primero, media por las mañanas. Y para dentro de dos o tres semanas, menos, y después, también menos.

Ah, ya…

Y acabará desapareciendo, dice el médico. Pero yo no le escucho. Tengo una emisora mal sintonizada en medio de la cabeza.



miércoles, 15 de julio de 2009

Crónicas del Alien Topo - Unilí

Aquí el Alien Topo. El nombre mi planeta no les dirá nada. Ustedes aún no lo han descubierto. Está en una zona del espacio en la que aún no han mirado. Como eso de cuando se te pierden las llaves y miras en todas partes, menos en el cajón de la mesilla. O las gafas que te tiras toda la mañana detrás de ellas y las llevas puestas. ¿Sí? Pues de por ahí de esa zona somos los de mi planeta.

Aprovechando que durante los próximos cincuenta y siete coma tres escaqueos voy a estar solo en la oficina de gestiones del planeta que nos ha tocado en suerte, que así se llama mi puesto de trabajo, he decidido que voy a lanzar algunos mensajes al espacio. A ver si le llegan a alguien. Que lo que es por mi…

En nuestro planeta que no es grande ni pequeño, es más bien del tamaño de un planeta, ya se hacen una idea, hacemos fiestuquis en honor de las cuatro interacciones. Ya saben, lo típico que te dan unos parsequillos libres para salir por los bebederos y echar un par de escamas al aire… siempre que no se enteren los cónyuges. Yo tengo cinco, o sea lo normal, y aún así hay que andar con mil ojos… Claro, que eso es muy fácil de decir para cualquiera de ustedes, pero los que como yo, que padecemos una lesión congénita y sólo tenemos seiscientos veinte con treinta y tres de periodo, pues ya se van haciendo la idea de la situación del momento.


Las fiestas son graciosas de ponerse las gónadas a colores. Por las mañanas sacan unos robots monstruos de los que usa la policía política (esos que te detienen a los que violan o leen libros, o las dos cosas a la vez), a la plataforma cerrada del planeta, que está hasta los terraplenes de aliens y de topos, porque es obligatorio, y se ponen a pegar mordiscos y desgarraduras de quince armónicos a todo el que se mueve. Bueno, es que solo comen una vez al año, pero es que si no, el sistema de valores no funciona. La cosa es graciosa y te da un montón de golondralina de esa, que palman siete u ocho cada mañana y los que conseguimos salvarnos a la salida decimos que esa es una tradición preciosa y muy de nuestro planeta, y que no se puede negar la identidad de un pueblo y qué ganan queriéndonos convertir en seres iguales y sin personalidad idiosincrática propia.

Los robots comedores se llaman de muy antiguo “los encierros de San Fermín” y yo no hay año que no me los pierda. Bueno, porque son obligatorios, pero la verdad es que voy con gusto. Qué desgonada la que te entra…

martes, 14 de julio de 2009

Un buen lugar para morir



La culpa es de los inmigrantes y los pobres, que nunca se leen la letra pequeña.




Dear landlord,

Please dont put a price on my soul.

My burden is heavy,

My dreams are beyond control.

When that steamboat whistle blows,

Im gonna give you all I got to give,

And I do hope you receive it well,

Dependin on the way you feel that you live.

jueves, 9 de julio de 2009

Haga usted el favor de no molestar.

Esperando mucho. Esperando un poco más. Esperando a que cierren. O a que abran de una puta vez.

Esperando a que ella baje al portal. O a que el marido apague la luz. Esperando a que traigan el cadáver de la abuela. Que sirvan las mesas y retiren los servicios.

Esperando siempre. A que terminen de mear. A que suene el teléfono y nos lo cuenten todo de una vez. Esperando la lista de bajas. Y esperando a que algún día termine el capullo de delante.

En la taquilla del cine. Y en la del fútbol. Esperando los carteles de San Isidro y que repartan ya las entradas para la canonización de Sor Marquesina. Esperando a que abran el locutorio. A que den el aviso de visita, o a que al menos por este mes alcance el dinero. Esperando un puto vis a vis.

Esperando en el besamanos y esperando los pésames.

Sí. Eso es lo que hay. Y a mi no me venga a contar su vida, hágame un favor.

miércoles, 8 de julio de 2009

¿Qué es la vida?

Un camino de ascensión




para alcanzar el Paraíso




lunes, 6 de julio de 2009

Es lo de hoy


Tengo la camisa pegada a la espalda. Paroxetina mira con desaprobación mi reluciente caña de cerveza, tan helada y amarilla que parece un ídolo pagano. Por mi, como si se marcha de repente y mi vida vuelve a ser una mierda. Me voy a beber la caña y después, me beberé otra más, y después, pensaré con qué sigo.

La calle se ha llenado de guiris. Alguien mucho más borracho que yo dijo que una casa que se cae con apoyarte era no sé qué coños del siglo de hace muchos siglos, y ¡hala!, la calle hasta arriba de gente enrojecida y en camiseta de tirantes, caminando en fila india, detrás de un tío con sombrilla.

Hago un comentario sobre camisetas. Del tipo vaya una mierda, mirar qué pandilla, todos en ropa interior de colores… Paroxetina y los colgados habituales del bar aparte, nadie más que pueda darme conversación. Y eso la verdad es que jode.

Le pego un trago a la caña. El de la barra, que a ver quién coño le ha pedido que diga nada, va y suelta:

“ochenta mil tíos en el Bernabeu… y todo por un tío que vende camisetas…”

Hay que joderse con el sol, lo malo que es para las personas.