viernes, 17 de julio de 2009

El principio de que se termina todo

Está rara la tía. Más de lo que ya es. Se pone así como en cuclillas, hace como cr…cr.., como cuando no coges bien la radio, y luego cierra los ojos y se queda como muerta pero de cuclillas, la cosa clásica de las paroxetinas. Eso es que se huele algo, ¿pero qué?

Lo mejor es ir a preguntar al que nos presentó. Que qué le pasa, que a santo de qué va a ser ahora ella el foco de las atenciones, que yo soy un paciente y a ver si no se cree él que no tengo los derechos del paciente, como los demás que van por la vida.

Es que sabe que lo vuestro se acaba, me dice. ¿Cómo que se acaba? ¿Así, de repente? No, vamos a ir reduciendo poco a poco. A lo primero, media por las mañanas. Y para dentro de dos o tres semanas, menos, y después, también menos.

Ah, ya…

Y acabará desapareciendo, dice el médico. Pero yo no le escucho. Tengo una emisora mal sintonizada en medio de la cabeza.



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