miércoles, 15 de julio de 2009

Crónicas del Alien Topo - Unilí

Aquí el Alien Topo. El nombre mi planeta no les dirá nada. Ustedes aún no lo han descubierto. Está en una zona del espacio en la que aún no han mirado. Como eso de cuando se te pierden las llaves y miras en todas partes, menos en el cajón de la mesilla. O las gafas que te tiras toda la mañana detrás de ellas y las llevas puestas. ¿Sí? Pues de por ahí de esa zona somos los de mi planeta.

Aprovechando que durante los próximos cincuenta y siete coma tres escaqueos voy a estar solo en la oficina de gestiones del planeta que nos ha tocado en suerte, que así se llama mi puesto de trabajo, he decidido que voy a lanzar algunos mensajes al espacio. A ver si le llegan a alguien. Que lo que es por mi…

En nuestro planeta que no es grande ni pequeño, es más bien del tamaño de un planeta, ya se hacen una idea, hacemos fiestuquis en honor de las cuatro interacciones. Ya saben, lo típico que te dan unos parsequillos libres para salir por los bebederos y echar un par de escamas al aire… siempre que no se enteren los cónyuges. Yo tengo cinco, o sea lo normal, y aún así hay que andar con mil ojos… Claro, que eso es muy fácil de decir para cualquiera de ustedes, pero los que como yo, que padecemos una lesión congénita y sólo tenemos seiscientos veinte con treinta y tres de periodo, pues ya se van haciendo la idea de la situación del momento.


Las fiestas son graciosas de ponerse las gónadas a colores. Por las mañanas sacan unos robots monstruos de los que usa la policía política (esos que te detienen a los que violan o leen libros, o las dos cosas a la vez), a la plataforma cerrada del planeta, que está hasta los terraplenes de aliens y de topos, porque es obligatorio, y se ponen a pegar mordiscos y desgarraduras de quince armónicos a todo el que se mueve. Bueno, es que solo comen una vez al año, pero es que si no, el sistema de valores no funciona. La cosa es graciosa y te da un montón de golondralina de esa, que palman siete u ocho cada mañana y los que conseguimos salvarnos a la salida decimos que esa es una tradición preciosa y muy de nuestro planeta, y que no se puede negar la identidad de un pueblo y qué ganan queriéndonos convertir en seres iguales y sin personalidad idiosincrática propia.

Los robots comedores se llaman de muy antiguo “los encierros de San Fermín” y yo no hay año que no me los pierda. Bueno, porque son obligatorios, pero la verdad es que voy con gusto. Qué desgonada la que te entra…

1 comentario:

El Profesional dijo...

Estimado Alien Topo

Entre las extrañas costumbres de este nuestro wied-planeta se nos ocurrió la idea de que la llegada a esta fase estelar debe ser celebrada y recordada anualmente. Siendo así, me alegro de poder decirle, FELICIDADES