martes, 27 de mayo de 2008

Historia de lo Mío - 11


La cosa va mal. Alcocer ha estado por su sitio. He preguntado a más gente y sí, algunos, los más tempraneros, le han visto. Uno que se llama Flores y está siempre afónico y que es el primero de la cuarta planta según entras, ha hablado incluso con él.

- ¿Y qué te ha contado? –le pregunto mientras le pago unas gambas con gabardina.
- ¿Y a ti qué coño te importa? –me responde, pero más que nada porque es lo que habitualmente hace, se ve que no ha caído en lo de las gambas.
- Joder, Flores… Que me estoy pagando unos tentempieses…

La gente, que es así de desagradecida. Pero bueno, que con otra ración -de tigres-, parece que nos vamos animando algo más.

- Lo que me estabas diciendo… -insisto sin dejar que las cañas me hagan olvidar el objetivo.
- No te estaba diciendo nada, Hombre Topo.
- Sí, que habías visto a Alcocer esta mañana, temprano…

De repente, algo cambia en la expresión de Flores el afónico. Como si le hubiera sentado mal algún tigre.

- ¿Y tú por qué carajo tienes tanto interés en Alcocer?

Ha llegado el momento de empezar a jugar en serio. Estoy hasta los huevos de esa sensación de andar corriendo detrás de un montón de gente y no conseguir una mierda. Agarro un tenedor y se lo planto a Flores. Sí, en ese sitio. Ya me entienden. Cuando digo ese sitio, no estoy diciendo otro. Estoy diciendo ese sitio. El que más duele.

Flores mueve el culo hacia atrás; poco en realidad. La pared también hace su efecto.

- Mira, capullo. Estoy muy nervioso. De morirme aquí mismo. Pero como no empieces a darme respuestas, vas a tener que comprarte unos cojones nuevos.

Trata de respirar. Típico en alguien con la boca llena de gambas y un tenedor pinchándole los chismes. No, lo que no parece quedarle es mucha de la chulería del principio. Así son los compañeros, que te decepcionan a la mínima.

- No hemos hablado de nada en especial.
- ¿De qué?
- Pues de que ha estado muchos días enfermo, en casa.
- Sigue…
- Del día tan malo que hacía…

No me gusta tener que insistir. Aprieto el tenedor.

- ¡Para, joder! –grita como muy de los nervios; aparte del camarero, no hay nadie más en el bar, y el camarero está pendiente de los papeles, así que ya puede seguir Flores gritando que nos va a dar igual a todos.
- No me estás ayudando, Flores.
- Ha preguntado…
- ¿Qué ha preguntado?
- Déjame y te lo digo.
- No te creo. Dímelo y te dejo…

Y vuelvo a darle al tenedor. Moreno la nueva, Fernández Agrio, Alcocer, Urbasón, … me tienen hasta los huevos. Flores va a pagar por todos. La ronda completa, nos ha jodío.

- Preguntó por ti…
- ¿Qué?
- Que preguntó por ti…
- ¿No te pareció importante contármelo? –aparto el tenedor de sus asustadas pelotitas, y eso que sus últimas palabras merecían un buen apretón final.
- Nunca me has caído bien, hijo de puta. No soy tu criado. No me dedico a llevarle los mensajes a nadie.
- Pero Alcocer sabía que yo vendría a preguntarte. Como eres el tempranero de tu planta… Y tú, claro, sabías que nada más llegar y enterarme de que el cabrón había pasado por su sitio, yo me pasaría directito a verte. ¿Eh que sí?
- ¿Qué pasa? ¿Sois novios y andáis peleados?
- ¿Es que no lo somos todos en esta puta empresa?



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