miércoles, 14 de mayo de 2008

Diccionario Breve de Términos Empresariales Gilipollas. Hoy: la Orientación a Resultados


Orientarse a resultados no es como orientarse a Cuenca ni como orientarse en la niebla ni siquiera se parece a orientarse hacia la pediatría. Orientarse a resultados es una manera más de tener a los curros entretenidos y que éstos se dejen de tocar los güevos con verbigracia.

Razón de sobra para ponerlo en esta sección de Grandes Conceptos Gilipollas Universales de la Gestión Empresarial.

Comenzando por donde el principio, cuando las antigüedades, pongamos por caso, tú llegabas con una tarjetina así como de cartulín en las manos, y un tipo que olía a ajo te ponía un sello con la hora de entrada. Y si no estabas pelín atento, podías acabar con la mano llena números, porque el tío no iba a estar encima para fijarse, que él era hombre importante y estaba en pleno bocadillo.

Después de muchos años, y aprovechando que el del ajo tenía que jubilarse, un señor delgado y con mal color, vino un día y puso una máquina en la pared según se entra, más o menos a medio metro por cima de donde antes estaba el del ajo, y nos explicó que a partir de ese mismo momento del tiempo, había que meter la tarjetina por el ranurado mismo que la máquina tenía según la mirabas desde abajo Y entonces, ñaca, en lugar de ponerte el número el del ajo, te lo ponía la máquina, pero encima sin dejarte la mano hecha un esqueje.

La cosa fue evolucionando porque el ser humano es listo de suyo. Cuando aprendimos a cambiar las agujas del reloj para que dieran las nueve en lugar de las doce y media, y cuando los gapastas de aquella época se dieron cuenta, nos dieron como unas tarjetas de crédito pero sin pelas dentro, que las tenías que pasar por un lector, que era una ventanita con un rayo colorao que si lo miras te quedas ciego y no esta vez sí que no es por culpa de las pajas, sino por mirar al rayo de los cojones.

Luego lo hicieron más complicado porque en el convenio del sector se dejó la posibilidad de tomarse unas horas al mes para asuntos de propio interés y a usté qué coño le importa dónde voy a la una y cuarto del mediodía, ya ves tú. Entonces pusieron un teclado con números así del uno y el dos y el tres y sigue, y una tecla con una flecha qué les diría yo tipo así @que nos dijeron que es para introducir, aunque yo nunca lo vi claro.

¿Que tienes que dar el pecho al niño porque eres una madre y tienes tetas y un niño para chuperreteártelas? Marcas el 76, por ejemplo. A lo mejor en su empresa de ustedes es otro código, pero en la mía es el 76, me van a decir a mí, que yo le he usado casi a diario. ¿Que tienes que salir a realizar una gestión administrativa al Torrezno de Oro? El 48 es para gestiones ante la administración local. El 49 es la del estado. ¿Que vas a un curso de inglés con unas rumanas que te succionan hasta las lentillas? El 27 hasta Cibeles y luego ya cambias.

Pero amigos, todo tiene un precio o un límite o un se acabó lo que se daba y nos vamos a quedar solos a base de hostias. Porque la mente del gafapasta es incansable y siempre está pensando en el mal y en el peor, y así será por los ciclos de los ciclos. Que un buen día llegó uno que estuvo pensando toda la noche y dijo mientras se ponía de pie:

- No, si lo importante no es que fichen los empleados, sino que hagan eso que tienen que hacer y que vete tú a saber qué coños será.
- Bien visto, Legorreta.
- Espera que no he terminado.
- Joder, pues a ver si terminas pronto, que se me va a dormir el brazo…
- Hagamos la Orientación a Resultados.

que como su propio nombre indica consiste en dar por culo un poco y más.

Que nada de fichar. Fichar es cosa de viejos y antiguos y casposos y el código de lactancia para el que lo quiera. Que ahora van y te dicen que tienes que tener al final de mes repasadas todas las facturas, y que si te vas a tu casa o al parque de atracciones, que nadie te va a decir nada, pero te repasas todas las putas facturas, que ya hay que tener huevos, y a final de mes como no las tengas, te capamos con mucho gusto…

O sea que no cuentan las horas, ni si vas por la oficina con cara de estrés de la vida. Lo que cuenta es que tengas las doscientas quince mil facturas repasadas, el plan de negocio del primer trimestre redefinido y el puto estudio de viabilidad de un guorflou para la gestión de viajes analizado… Y ojito que este mes hay dos puentes, majete. Que te vas a cagar…

Así es. No es más que una manera más de lo de siempre: demostrar una autoridad que no saben dónde la dejaron la última vez que la usaron, y, de paso, joderte un poco por la zona de los agujeros…

¿Y cómo sabemos de la poca sinceridad de su propósito?, me dirán ustedes. Bueno, o me dirán otra cosa que no tiene que ver, pero como yo no he venido aquí a hacerles caso, sino que estoy a lo mío, resulta que ¿y cómo sabemos de la poca sinceridad de su propósito?

Sencillo, muy sencillo. Cumplan de sobra con los resultados esos: el guorfluo de los viajes, el plan nordeste, las facturas repasadas y encima de propina, un informe sobre la evolución del ratio de productividad versus las variaciones atmosféricas recientes, quinientas páginas, Pajarito.

Y no se me asusten, que eso está chupado, que para eso están los informes del año pasado y las facturas se miran una de cada diecisiete y a ser posible de cada noventa y cinco. Que no van a saber qué hacer con el tiempo que les sobre, almas de cárpato…

Estamos a día quince del mes en curso corriente. Y usted, con sonrisa amplia, franca y deliciosa, abre la puerta del despacho de su jefe, y con movimiento delicado y sutil deposita sobre la anexa mesita de reuniones los cuarenta y cinco legajos. Es entonces cuando el berzas y gafapasta que ocupa el despacho preguntará qué es lo que qué.

- Los objetivos. Todos. Bueno, más lo de la productividad, que ya he adelantado parte del mes que viene.
- Pero, pero, pero…
- Nada, nada. Hasta el quince del mes que viene, don Eugenio Alberto de las Españas Circuncidadas...

No volverá a tener objetivos. En cuatro días estará usted fichando. Porque, recuerde, hay que demostrar autoridad. Imaginen el pánico del gafapasta si de repente, el diez del mes corre que te corre corriente, entrara el jefe de su jefe, muy buenas, muy buenas, ¿pero esto qué es lo que es, Álvarez Mocos?

- Es que,… en realidad… han hecho los objetivos.
- Es usted un gilipollas de los que quedan pocos, Álvarez-Mocos. Le han vuelto a tomar los pelitos…

Por eso, más vale saber gestionar la cosa de los objetivos. No los haga todos de repente, que le dirán que los tenía mal puestos o que eran pocos, o que no sabían realmente de su gran capacidad. Huya como gato del agua hirviendo de los cumplimientos y las medallas y los honores. No es propio de un oficinista zen como usted y como yo, que estamos por encima de estas cosas. Hagamos lo que tengamos que hacer en exactamente el mismo plazo que teníamos asignado. Ni un segundo más. O mejor dicho, no lo hagamos. Entreguemos las copias del año pasado, pero exactamente en el mismo plazo. Ya verán como la economía mundial tampoco lo nota esta vez.

Y lo que se agradece una buena siesta entre semana…


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