domingo, 20 de junio de 2010

He estado unos días fuera. En realidad dentro.

Me dieron una semana de vacaciones en el sitio de los pijos.
Las he aprovechado encerrado en casa, dando una vuelta por mi propio cerebro. Se me hizo algo largo y monótono, si quieren que les diga. Hice muchas fotos, pero son todas la misma. Mi cerebro tiene pasillos y puertas pero sin nada detrás. Uno que va al Airis dice que todos los cerebros son iguales. Pero no creo que tenga razón, entre otras cosas porque también dice que todas las personas compartimos las mismas emociones y a mí eso me parece que me da un poco de asco y que no puede ser verdad.

El último día, justo cuando ya iba yo con prisa a pillar el vuelo de regreso, me encontré con un cartel, en el suelo, tirado, en un pasillo como todos los demás, en el piso del deseo, pero también al lado de la escalera que lleva a la tristeza.
Me lo he traído a casa.
Por si alguien sabe decirme.

























co

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