jueves, 2 de abril de 2009

Diccionario Breve de Términos Empresariales Gilipollas. Hoy: la Gestión de Expectativas.

La Gestión de Expectativas es que pides medallón de merluza o solomillo reventón y te traen gato, pides Suflé Alaska y te traen gato, y pides gato –por variar más que nada- y te traen gato –por asentar el concepto de quién es quién y dónde está cada uno, más que nada.

La Gestión de Expectativas es una de las claves del mundo moderno. Bueno, de los antiguos también, pero como ya no le importan una mierda a nadie y vete tú ahora a preguntarles, pues vamos a quedarnos con lo moderno, ya saben el poliplástico ése y demás materiales.

¿Qué se espera recibir cuando se pide algo? –preguntó uno que nos dio un curso, y que tenía el traje azul y los zapatos marrones. Supongo que al hacer la pregunta esperaba que alguien contestara. Ya se sabe con estas cosas, que siempre cuesta romper el cuesco. ¿Pero esperaba el zapatos color caca que nadie dijera mú? Sería bastante probable. O tal vez sí. O yo qué coño sé, que no estaba atendiendo en ese momento.
¿Esperaba por el contrario que anduviéramos todos en lo de quitarle el record del Brick Breaker a Carmencita Jiménez-Guiñapo, una de Marketing, auténtica killer en esto de la informática de usuarios a su puta bola? Pues yo diría, por lo que comentaron después –andaba yo tras la pantalla 30 para entonces- que el zapatitos no, definitivamente no se esperaba, que ni los ácaros de la moqueta le andaran mirando.

El mundo se divide en clientes y proveedores. Eso es así. Lo saben hasta los autismos. Ahora, que depende quién seas y a qué hora del día estemos, la división será entre clientes y capullos, o entre capullos y proveedores. Importante: los capullos están siempre del otro lado al tuyo.
Para entendernos. El mundo se divide en los capullos que no hacen más que joder, y yo mismo, que soy el que dicta la cuestión. Por ejemplo, querido lector ocioso que en lugar de estar correspondiendo con tu trabajo al sueldo que te pagan, estás paseándote por la Internect, que sepas que tú lo que eres es un capullo. ¿Y por qué?, me dirás. Pues porque no eres yo, capullo; y que sea la última vez en tu vida que accedes a este blog con gafas de pasta o zapatos marrones. Capullo.

Pero nos estamos alejando de la costa, que diría el sobrecargo. A veces eres cliente, por ejemplo, y entonces lo que tú has pedido es lo que quieres, pero mejor y más barato y con más accesorios y nata montada y aceitunas y un descuento por volumen de negocio o por mensualidad vencida y cobro a seiscientos días. ¡Ah, coño! ¡Que resulta que soy el cliente y no me haga usté repetirle, lo de que yo siempre tengo la razón!

Pero otras veces eres tú el proveedor y entonces el que hace de cliente va y se pone chulo y te dice que eso que le has puesto es muy poco y está helado y que en la reunión de gestión del alcance y modificaciones al proyecto ya te djeron, y desde luego que quién ha sido el que dio la aprobación para las nuevas funcionalidades y siempre se ha dicho que el potorro del ahorcado entra también en la caja.
Pues bueno, pero no. Porque el capullo siempre es el otro. Y no hay gestión de expectativa ni nada en esta vida que se haya hecho para beneficiar al que no sea yo mismo.

1.- ¿Pero no me dijo usted que lo quería blanco? No, yo no lo dije. Sí, mire usted, aquí lo tengo yo apuntado. Fin.

2.- ¿Blanco? ¿Apuntado? ¿Y dónde está mi firma? ¡Ah!, que lo apuntó usted para sí mismo y no se preocupó de que yo le aceptara el cambio. Fin.

Elija usted una de las anteriores. La primera si es proveedor, la segunda si es cliente. Lo importante es estar rápido, acudir a las fuentes, hacer mención de documentos inexistentes o letras pequeñas que nadie se lee. Reproche siempre ese comportamiento a su interlocutor, eso le hará sentirse culpable y bajar la guardia. Momento en el que aprovechará usted para metérsela doblada, a la vez que exclama:

- ¡Pero qué poca importancia le damos a la Gestión de Expectativas! Si es la clave de todo.

Si el otro no le sonríe tímidamente y de paso le da las gracias por la aclaración, entonces es que usted es un mierda y no merece más lecciones de Gestión Empresarial Moderna y Gilipolla como la que proporcionan estas páginas.

Ah, y que sepa que aquí hay un capullo, y ése no soy yo precisamente.

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