
You know I went home last night
Sat down on my bed and cried.
El Blog del Hombre Topo
Al final me ha llevado más de la cuenta. Se me había olvidado lo de la copa de navidad, una especie de mierda que celebran todos los años en la oficina. Bueno, todos los años no, sólo desde que los gafapastas invadieron el mundo, con sus tendencias y sus disfraces de buen rollito. Mala gente, háganme caso. Si aún están a tiempo, no permitan que ningún (o ninguna, que también) gafapasta entre en su vida. Lo primero que harán será tratar de redecorarles la vida. Y eso es jodido, porque no estamos hablando de un lema comercial graciosote y buenista, estamos hablando de cambiarte el contrato de fijo a obra, de quitarte días en la indemnización por despido, de restar días de vacaciones a cuenta de los ratos que bajas a fumar, estamos hablando del MAL en su destilación más pura y simple.
Sol Il Zo no tiene los ojos así chiquinos ni rectitos, pero es un coreano del norte y de puta madre. Él antes de ser de Corea del Norte, se vino al mundo por la parte de Tarragona o Reus y se llamaba Alejandro como el del Magno que después de comer te calientas las pelotas que da gusto. Los hay que dicen que es hijo de marquesina, que venía ya equipado vamos. Pero eso es por la envidia que le tienen y porque hay mucho capullo a sueldo del tirano de Occidente, que es uno que hoy no toca pero que no se llama Alejandro ni nada.
Un día vino un hada madrina y le dijo: "Te concedo tres deseos, Alejandro", y él dijo "quiero ser coreano del norte" tres veces. Y la madrina, que era buena pero tonta ni un pelo no te pases, le dijo "concedido, pero más tonto no puedes ser chaval, que has repetido y en vez de tres, te quedas con uno". Eso sí, le dejó elegir que si del Norte o si del Sur. Ahora Sol Il Zo, que es un tío majo, pero majo majo, está super integrado de cojones. Los encargados están encantados con el muchacho. Tiene un blog y todo, y cuando va un periodista español o americano o de Avilés, que él los atiende a todos, les pasea por los monumentos al líder y por la casa natal del líder y por el sitio donde el líder salvó a la nación, que son sitios que están muy bien conservados y tienen a la salida un puesto de helados, receta del líder. Y si quieres te deja hacerte fotos con él y todo. Y si vas en grupo, él va y os la hace, que es así de majete y no teneis más que poneros y decir patata. Guisqui mejor no que es pro occidental y ya que estás en su casa no vas encima a tocarles los cojones a los muchachos, que ya bastante cara de escocidos se les ve a los pobres. Se va a cagar la perra.

N. del A.: todos los personajes que aparecen esta sección son reales y verdaderos. ¿A que acojona?
Cuatrocientos veinticinco mil graciosos, chistosos y fenómenos.




La secretaria de Alcocer –bueno, y de siete más, que tampoco es para darse tantos aires- es una bajita culona con un pelo color naranja payaso de Micolor y las tetas tirando a colgajos y que además cecea si la pones muy nerviosa. Nunca le he caído bien, pero, vamos, que no nos vamos ahora a echar atrás.
Creo que la humanidad debería tomar buena nota de este mensaje. Pero ya se sabe, si ignoraron en su tiempo a la Vírgen de Fátima y nos vino el comunismo, ¿qué no harán ahora con mi amada impresora matricial?
Nunca te olvidaré.

¿Qué es un cliente interno? ¿Cómo? ¿Que no saben lo que es eso del cliente interno? ¿Nunca lo han escuchado ? Joder, pero si a los jefes no se les quita de la boca. ¿Los suyos de ustedes no hablan de eso del cliente interno? Amos, no me jodan que voy a ser yo el único que lo haya oído. Bueno, se lo cuento, pero que sea la última vez.Así que un cliente es ese capullo al que tienes ganas de dejarle la cara hecha un mapa por pesado y receloso, pero al que no tienes más remedio que chuparle las partes porque a lo mejor va y suelta la mosca, y resulta que vives de eso.
Claro que tú también puedes ser cliente. Entonces, ni Supermán, ni Franco cuando vivía, ni el Rey de la Creación en bolas y con ganas de kiki. Un cliente, si soy yo, es más que Dios, vaya. Y lo demás no son más que ganas de venir a joder. Un cliente llega al restaurante y se cabrea y monta un expolio y dice bien alto que se entere hasta el de la puerta:
- ¡¿Y a este trozo de basura quemada le llaman hamburguesa Big Brooklyn?! ¡Que venga el encargado! ¡Y deprisita!
Y el encargado, que es un inmigrante que lleva seis meses más que el resto, motivo por el cual tiene derecho a ponerse una camisa negra en lugar del chaleco de colores con alegres chapitas que llevan el resto, lo primero que ha hecho nada más escuchar las voces es esconderse detrás de la barra porque él no vino a esta mierda de país a tener problemas, sino a ganarse la vida y ahora que justo le habían hecho jefe, pues ñaca, viene un capullo de cliente que para qué seguir con la historia.
Ya tenemos una base de partida: el cliente molesta cuando no es uno mismo. ¿Alguien necesita que repitamos? ¿Siguen todos ahí?
¿Y un cliente interno? ¿Qué coño de historia es ésa? Lo dicen los jefes, ya recordarán. Si su jefe lleva gafas de colores y el pelo como de recién levantado, lo dirá. Si es de los otros, lo dirá también, aunque sólo sea porque sabe que todos le van a señalar por no saber de esas cosas. El cliente interno es una de esas cuestiones que salen en los másteres y en los cursos de genios, que además, te cobran lo que no está escrito y tienes que hacer deberes en tu casa y exámenes, pero como te dejas una pasta, siempre te aprueban. Se tiran dos años con un tema y con eso ya tienen para que les pagues la tercera residencia. Tengo un compañero que le mandaron una vez a uno de esos.

¿Así que en eso consiste lo del cliente interno? Bueno, en parte sí y en parte no. Yo les explico rápido. Llegará un día tu jefe y os reunirá y pondrá unas filminas con colores muy monas donde sale una persona con la mirada perdida (Siempre salen personas así en las filminas de cuestiones empresariales de gran interés).
El jefe preguntará que quién es el de la mirada perdida, y nadie contestará, porque a saber quién es el de la foto. Entonces, el jefe, mosqueado, y después de aplastarse un poco el flequillo de un poco más y pillas en siesta, dirá: "El cliente, cojones; este señor es el cliente". "¿El cliente de quién?", preguntará uno que va de gracioso y al que me he apostado cincuenta leuros a que no llega a fin de año. "El nuestro", chillará el otro y se le caerán las gafas ésas tan ingrávidas.
O sea, que todos tenemos un cliente. Da igual que los comerciales sean unos capullos, que en nuestro departamento sólo nos dediquemos a reclamar facturas o arreglar los pomos de las puertas. Todos tenemos un cliente. El cliente interno. Que no es más que ese compañero que viene a pedirte tal o cual gestión o cosa, y al que debes percibir desde el primer momento como un cliente, tratando de entender sus requerimientos y motivaciones más profundas.
Que dicho de otra manera viene a ser que le mandes a la mierda como siempre, pero con un poquito más de estilo. Que tenemos que explicarlo todo.
Dos días llorando. ¿Creen que es algo que se pueda aguantar? Si al menos fuera al otro lado del pasillo, en un despacho cerrado... Pero es que la tengo al lado. Llora que te llora.
Menuda hostia que me llevé en el metro ayer por la mañana. Salía yo algo así como distraído (los anises de antes de coger el metro) cuando un tío tan grande que tapaba la puerta del vagón, me metió un empujón que acabé malamente y en el suelo. Ni me pidió mil perdones ni me dijo nada, él iba con sus prisas y para qué. Yo, que soy de natural muy mío, y viendo que por el lado de las bofetadas lo más que iba a ganarme era otra rodada por el suelo, mirándole con cara de buena persona –algo que no me cuesta trabajo, pese a lo que piensen algunos-, le hice gestos, mientras el vagón empezaba a andar, como si tuviera algo en la espalda. Así al menos, andaría tocándose y rebuscándose todo el día en busca de una mancha o un roto. Cuando quisiera darse cuenta de que no era más que una de mis mierdas, ya estaríamos a varios distritos de distancia.
Vale, has ganado. Tus amigos son más fuertes que los míos, eres todo un hombre, ¿verdad? Lo haré tan rápido como me sea posible, teniendo en cuenta que te falta pasar el proceso de autorización interna, la aceptación del controller, el OK de Recusos Hermanos, ¿dónde está el desglose de costes? ¿y el código de departamento? ¿cómo es posible que aún no hayas dado de alta el cliente? No, no vale sólo con el NIF, necesitamos toda la documentación de la lista adjunta. Si tienes suerte y aún sigues aquí el año que viene, tal vez la hayas conseguido reunir. Pero que quede claro que yo no tenía más que ganas de ayudarte...
La putada es que te levantas tan contento y de repente, siempre ocurre algo que termina por joderte el día. Camuñas, el de contabilidad, tiene un letrero en su mesa que lo explica. Y razón no le falta, es una verdad como pocas de las verdades.Pienso que este blog debería ser un éxito. Por falta de producitividad no va a quedar.

Aquí, unos compañeros metiéndole duro a la producitividad
