miércoles, 2 de febrero de 2011

¡Ay madre, las grandes oscuridades!

De pronto. Así es. Me dio por pensar en cómo había hecho para llegar hasta donde he llegado. En todos mis logros personales, en mi inmaculada trayectoria vital. De pronto, también. Reparé en que no en vano adoro la oscuridad; ya que se trata de aquel lugar en donde no puedo ver nada, ya sean los estragos de la edad, las traiciones irreparables o, fundamentalmente, los logros conseguidos y la trayectoria llena de mierda.



Todo de pronto. Como siempre. ¿No les parece muy curioso? Es como para pensarlo, vamos, creo yo.



Es así, ¿verdad? Ustedes ya lo sabían. Nuestros grandes méritos, los momentos esenciales de nuestra vida, así en la oscuridad, resultan deliciosos. Desaparece esa horrible sensación de fracaso. No me lo han querido decir hasta ahora, pero lo sabían. Qué pillos que son ustedes.



Con tal de que no enciendan la luz, estoy dispuestos a perdonárselo todo. Y es que soy la polla.

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