viernes, 12 de febrero de 2010

diario de un rebelde - 1


Acabo de volver de comer. Un montado de panceta y una sin alcohol (me estoy cuidando), y un par de sol y sombras (todo en esta vida tiene sus límites).

Pongo el culo en la silla. Estiro los brazos hasta que las yemas de los dedos tocan el teclado. Cierro los ojos. Creo que debería hacer algo. Chillar, mandar al gafapasta a tomar por culo, bajar a donde los del Comité de Empresa que están buscando adhesiones para un manifiesto a favor de Haití…

Abro los ojos, y lo primero que veo es la hora de mi reloj. Coño. Se me ha hecho un poco tarde, en media hora mal contada hemos quedado los de la planta en el bar de abajo. Tomás, uno de Contabilidad que tiene la cara picada…, que se paga unas cervezas. Que como le han echado y hoy es su último día, pues eso. Ha dicho que mucho ojo con los que vayamos, que no quiere ver a nadie del Comité por sus birras, que para eso son suyas. Y que de regalo quiere la cabeza del gapasta.

Ha llegado un poco tarde, nosotros ya le habíamos comprado la estilográfica. Es que Merceditas conoce una papelería que te hacen precio cuando pides de diez en diez.

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