viernes, 18 de julio de 2008

Recuerdos borrosos de la oficina (por culpa del catarro) - 1



Son las dos. Dos y cinco. Nervios. Jornada de verano.

Dos y veinte. Alguno ya no aguanta más y empieza a cerrar su PC.

Martín está quemado. Al menos ésta es ya la quinta vez que le deniegan la subida de categoría. El cabrón del marido de Rocío la acaba de dejar plantada con tres hijos pequeños y una hernia de hiato. Ángel dice que controla, pero se le empieza a notar mucho el temblor en las manos; si al menos pudiera salir un momento, nada más que un momento…

Luis Mari acaba de entregar su informe definitivo. Está lleno de gráficos y pesa un montón. Él cree que ha llegado al Comité de Dirección, pero desafortunadamente el servidor de correo escupirá el informe por exceso de tamaño. Los buzones de los directivos no están preparados para tal cantidad de flechas y diagramas en tres dimensiones. Más lamentablemente aún, cuando el servidor escupa los correos, será tarde ya para Luis Mari, que creyendo haber cumplido con su deber, se encontrará a unos doscientos cincuenta y cinco kilómetros de la oficina, el coche hasta los topes de todo. Pero, tranquilos, que hasta el lunes a las ocho y veintidós, cuando le suene el móvil, tiene aún tiempo para disfrutar del atasco y el calor que suelta el asfalto.

Ninguno va a perdonarle un solo minuto a la empresa. Es viernes y son las tres menos cinco.

Y ahora son las tres. Avalancha.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si es que ya lo dijo Martínez: este José Mari es un pringao que pa qué. Eso sí,tiene una mujer que está pa mojar pan.