viernes, 14 de diciembre de 2012

Porque no nos ha tocado.

Han echado a tres hoy. Con lo que llevamos cinco en la semana y doce en el mes. Pero a mí ni me toca ni me va a tocar. Porque yo soy omnipotente, soy puramente intocable.

Ya casi no recuerdo nada de la gente que echaron. Alguno tendría hipoteca, alguno tendrá un problema que qué alivio que no me haya tocado. Les han dado la mitad de la mitad, incluso están buscando el modo de no pagarles. No sé qué paro les queda. No es mi problema. A veces he intentado sentir algo de pena. Pero es tal la alegría por no haberme tocado.

Los alemanes se miraban entre sí, confundidos, sin poder decir apenas una palabra. ¿Cómo pudo ocurrir esto? ¿Por qué no supimos? ¿Por qué sí lo supimos pero no hicimos nada? ¿Porque nos iba bien? ¿Porque nos iba mal? ¿Porque íbamos ganando la guerra? ¿Porque la íbamos perdiendo?

Los alemanes miraban las puertas de las casas de sus vecinos que ya no regresarían. Miraban y recordaban cómo se llevaron al doctor, al relojero, al violinista. Con sus dulces hijas, con su agradable esposa. Tuvieron suerte. A ellos no les tocaron. Eran intocables. Omnipotentes.

Yo aún tengo seguro médico, me lo paga la empresa. Yo no. Bueno, ahora hay ofertas muy buenas. Y total, siempre vas más rápido que por lo privado. El tío del tercero, que lleva dos años en paro, se queda sin casa. Le van a cobrar por el tratamiento de la hija, una de sus encantadoras hijas. Y están metidos en pleito con el banco. Su agradable esposa ya no es tan agradable. Se pasa el día en la cama, Arrugada sobre sí mismo. Pero yo no. Yo he tenido suerte. A mí no me ha tocado.

Durante décadas se preguntaban ¿cómo nos pudo ocurrir esto? ¿cómo pudo ser que no nos diéramos cuenta? ¿Cuándo se llevaron al médico y su familia? ¿Cuándo el juzgado colgó una aviso en la puerta de los de enfrente? ¿Cómo es posible que tan cerca nuestro, tal al lado, tan dentro …?



Fácil: porque no nos ha tocado.



Todavía

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