miércoles, 22 de abril de 2009

Lo que se dice, un cuento.


Este dedito untó a un par de concejales, y consiguió unas recalificaciones en mitad de un secarral.

El dedito grande quería ser tu Banco y llenó el secarral de sucursales.

El dedito siguiente se metió en un crédito para comprar un local y poner una franquicia; le habían dicho de muy buena tinta que aquello ya no era un secarral, sino un eje de expansión.

Al cuarto dedito, que estaba en campaña electoral, le dio por hacer estaciones de metro ligero en el eje de expansión.

Y luego llegó el dedo gordito, que en realidad se llamaba “a tomar todos por culo”, y las constructoras cortaron con sus miles de subcontratados antes de desaparecer ellas también; los que se quedaron en la calle no pudieron pagar los créditos del que quería ser su Banco, y de paso perdieron los pisos; a los de las franquicias más o menos les pasó lo mismo; el metro ligero va de vacío y ahí se han dejado las grúas, que cuesta un huevo moverlas del sitio.



Lo que se dice.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre hay un dedito gordo que la lía. Cómo me gusta el dedito gordo.
Touché Hombre-Topo.