
Llego a casa.
Con muy mala hostia.
Lo primero, enciendo la tele a ver qué se cuentan.
Antes de abrir las maletas ni de subir la persiana.
Anuncios de coleccionables y fascículos.
Una maqueta auténtica del célebre acorazado Bismarck.
138 entregas semanales.
Me quedo pensando.
Dos años y ocho meses.
Pieza a pieza.
Ya se me va pasando.
Todo permanece como lo dejé.
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