viernes, 6 de junio de 2008

Grandes Personajes del Momento de Ahora Mismo. Hoy: Usted y Yo







Esta sección premia a idiotas. Algo que está muy de moda –ser idiota-, pero que coincidirán conmigo en que recibe menos reconocimiento del que debiera. Bueno, claro que hay idiotas que reciben premios, pero no exactamente por ser idiotas, sino porque los miembros del jurado piensan que el tipo en cuestión (o la tipa en cuestión, si es usted Ibarretxe) es súper de lo suyo. Con lo que quedan todos –jurados y premiados- como lo que de verdad son.

Idiotas.

Óscares, Goyas, Carlomagnos, Conchas, Palmas, Príncipes de Asturias, Planetas, Nadales, Premios Ondas de la radio, Max de teatro, Medallas de la Comunidad Atómica del Alto Tajo, Cucharas de Oro, Guindillas de Plata, Columpios de Bronce…. Lo que quieran.

Y aunque pueda parecerlo, ninguno de estos premios –y de unos cuantos más- está dedicado a la idiotez.

Vivimos en una civilización idiota, nuestros periódicos son idiotas, la organización de los servicios públicos es idiota; las leyes y costumbres, el derecho romano o la tradición cultural, el curso de los acontecimientos, la política, la economía, la religión, el deporte o la cultura son por encima de todo, idiotas. Hay blogs idiotas, empresas idiotas, cadenas de televisión idiotas, jefes idiotas e Ibarretxes (o Ibarretxas) idiotas. Cocineros idiotas, centrocampistas idiotas, candidatos (o as) idiotas a puestos (o as) más idiotas todavía, magistrados idiotas, locutores idiotas, ensayistas idiotas, encargados idiotas y jefes -muy idiotas- de gabinete, de prensa, de planta o de estación.

Por todas partes, sin límite, a granel, la idiotez es el aire mismo que respiramos.

¿No les parece injusto? ¿No debería haber un algo, un nosequé, que sirva para premiarla en todo su esplendor, con toda su evanescencia?

Es una pena y una desgracia y una desmotivación que no haya nadie que se dedique a reconocer y premiar tanta idiotez, que no existan escalas ni métricas que establezcan los diferentes grados de imbecilidad y estulticia, que no se premie a los que más empeño ponen…

Lleno de angustia y resquemores que pican, el comité de expertos de este blog creó entonces esta que se llama la Columna de los Grandes Hombres del Momento de Ahora Mismo, en la que sólo los muy idiotas, o los que eligieron serlo por vocación pueden entrar. La Concejala Pija de Hortaleza, el muchacho ése de Reus que ya desde pequeño quería ser coreano del norte y comunista maoísta, el humorista tunecino que no tiene mejor idea que imitar al presidente en un país sin libertad de expresión, el senador yanqui hijo de inmigrantes que propugna activamente la expulsión de inmigrantes, ¿quién puede negarles ese momento de fama que han sabido ganarse a base de idiotez casi al 100% de pureza?

Pues ahora les confesaremos algo. Lo teníamos difícil este mes. Cada vez hay más idiotas, y los que ya vienen de antiguo se lo toman con creciente profesionalidad y dedicación. A bote pronto, y eliminando a los grandes clásicos –Bush, Juan Carlos de Borbón, Ramoncín, Jorge Lorenzo- por tópicos y facilones, queda una lista de promesas bastante sugerente: el secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, que está creando un programa informático para el control de las bajas laborales fraudulentas –el concepto ya duele-, el cuerpo de capellanes del Pentágono de los Estados Esos de América, que han sacado la guía “Cómo evitar casarse con un imbécil” –dedican el primer capítulo a hablar de sí mismos-, un tal Gabor Mitynan, concejal de Budapest que sólo permite llevar minifalda a aquellas funcionarias de su loquesea natal que tengan las piernas perfectas –un tipo con clase, ya ven.

Idiotas, como se ve, los sigue habiendo a montones. Y lo bueno es que la provisión no parece correr riesgo.

Sin embargo, la noticia que nos llegó hace días hizo que decidiéramos dar un cambio. Y es que quien se lleva la palma es usted, amigo mío. Si, usted, el que está leyendo esto en lugar de estar currando o de hacer algo útil o ayudar a la mejora de la raza o instalar una copia pirata del office.

Usted, capullo.

Usted y yo. Yo también. Por lo mismo. Por capullo y por idiota. Los dos. Los que seamos. Un montón de gente.

¿Y por la cuál razón?

En realidad, por nada.

Bueno, sí, por algo.

Es que resulta que según un estudio muy importante de unos señores que son muy de controlar estas cosas, “la retribución media de los directivos de las principales compañías es 17 veces mayor –en media- que la de sus empleados”.

De media. Que hay empresas, como Telefónica o BBVA, que sólo es 36 o 37 veces mayor.

Mola, ¿eh? ¿A que no nos gana nadie a idiotas? Trabajamos de media para unos tipos y tipas (ya saben), que sólo ganan 17 veces lo que nosotros. ¿Que usted es un mileurista más o menos, seguro que menos? Sus jefes no se levantan de la cama por menos de trescientos de esos al año.

Ya les estoy viendo la cara. Se me han enojado. Criaturitas. No me sean tiestos. Piensen por un momento el abanico de posibilidades.

¿Tenía usted escrúpulos por robar bolis del almacén? ¿Por llevarse paquetes de folios de quinientas? ¿Por pasar notas de gasto con la fecha cambiada para que no se vea que la comida fue en fin de semana? ¿Por llevarse botellines de agua del minibar del Conejito Delegado? ¿Por escaquearse todos los viernes a partir de las doce y media?

Amos, no me jodan…

Y hagan el favor de recapacitar.




3 comentarios:

Antonio Olives dijo...

A veces los idiotas somos también egoistas ¿y el estrés? ¿las preocupaciones? ¿el tener que asumir el mal trago de mandar a un trabajador para casa? ¿las eternas reuniones de traaaabaaajoo? ¿soportar la mierda de café que hace la secretaria?, ellos asumen todos estos sinsabores para que nosotros sólo tengamos que preocuparnos que nos ingresen la nómina a fin de mes.

el hombre topo dijo...

es una manera de verlo, ciertamente,...

aunque, si me lo permite, en su caso de usted, yo no descartaría un buen pediluvio

iperico dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.