lunes, 21 de abril de 2008

No siempre vamos a andarnos con tan hondo abatimiento. Vamos, digo yo.

Esa cañita de mediodía. Fría y amarga…, con el poder de dispersar todo el miedo y el aburrimiento y la incertidumbre y las apreturas y el asco y la risa nerviosa y la humillación y el hartazgo y la mala noche y la falta de apetito y la sensación de estar envejeciendo a lo tonto y los malos encuentros y los rumores y la nueva organización y el escaqueo y los muertos y la cretina que no mueve un dedo hasta que el asunto estalla y el jodido pomposo que acaba de llegar y ya está pidiendo a gritos nosequé hostias…




Yo solito al final de una barra de cinc. Pongo el ojo a ras del mostrador y miro las tapas todas alineadas, como esperando el desenlace. El mundo es perfecto y no han dado ni las doce.

1 comentario:

ATT dijo...

Me apunto a esas cañas, pero ya.