lunes, 24 de diciembre de 2007

Historia de la Mío - 4


Al final me ha llevado más de la cuenta. Se me había olvidado lo de la copa de navidad, una especie de mierda que celebran todos los años en la oficina. Bueno, todos los años no, sólo desde que los gafapastas invadieron el mundo, con sus tendencias y sus disfraces de buen rollito. Mala gente, háganme caso. Si aún están a tiempo, no permitan que ningún (o ninguna, que también) gafapasta entre en su vida. Lo primero que harán será tratar de redecorarles la vida. Y eso es jodido, porque no estamos hablando de un lema comercial graciosote y buenista, estamos hablando de cambiarte el contrato de fijo a obra, de quitarte días en la indemnización por despido, de restar días de vacaciones a cuenta de los ratos que bajas a fumar, estamos hablando del MAL en su destilación más pura y simple.

Al menos, consuélense con una cosa, estos tipos no dan mucho de sí y a poco que se sea listo, se los puede uno merendar. Continúen con la historia de lo mío y ya verán.

Copa de la empresa, en plena calle del ensanche del centro del barrio fino. Sitio trendi, música fina, muchachas con piernas debajo de las tripas. Y una caterva de gentuza como el que aquí pone las letras en plan “esta noche me lo voy a beber todo por cojones” .

Como ésta es la historia de Alcocer y su cuchillo en la garganta y de por qué lloraba Moreno la nueva, me van a permitir que me ahorre lo de la fiesta. Vomité digamos que no tanto como el caudal del Ebro en Tortosa, pero sí una cantidad razonable como declarar el local como zona catastrófica. En concreto, hay una muy perruna de Legal que quiere hacerme pagar por sus zapatos. Sabrá mucho esa de abogados, pero yo más de hacerme el sueco. A ver quién y cómo llega antes a la conclusión de que lo nuestro es imposible.

Pero como decíamos ayer, que diría San Juan de Aznalfarache -el de las tortas de aceite de Inés Rosales que en realidad son de Castilleja de la Cuesta-, yo, así de vomitado y resacote, no estoy para ir a ver a nadie, y mucho menos a Alcocer y su cuchillo o a Alcocer y su despacho. Mejor lo dejo para otro día.

Lo que sí, y ahora que me acuerdo, que la nueva no paraba de bailar y echar risas. ¿O acaso era el pedo? Estaba ahí muy de apretarse con el Fernández-Agrio. Y sin disimular ni nada ¿Serán familia? ¿Tendrán algo que celebrar?

No puedo seguir pensando. Cierro los ojos. Soy una torta de aceite.

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