miércoles, 21 de noviembre de 2007

Diccionario Breve de Términos Empresariales Gilipollas. Hoy, el Cliente Interno.

¿Qué es un cliente interno? ¿Cómo? ¿Que no saben lo que es eso del cliente interno? ¿Nunca lo han escuchado ? Joder, pero si a los jefes no se les quita de la boca. ¿Los suyos de ustedes no hablan de eso del cliente interno? Amos, no me jodan que voy a ser yo el único que lo haya oído. Bueno, se lo cuento, pero que sea la última vez.

Empecemos por los empieces. Un cliente. A secas. Joder, pues un tío que entra en una tienda y pide a cómo están las alubias o unos gayumbos o lo que coño quiera comprarse. Es el mismo tío que cuando le dicen que a cien o a lo que sea, continúa preguntando que si los gayumbos son de los que aprietan o si las alubias están buenas (pregunta gil donde las haya, a ver qué quiere que le diga el de la tienda, que cuanto más tiempo lleva con esas alubias, más ganas tendrá de quitárselas de la encimera, no les quepa dura).

Así que un cliente es ese capullo al que tienes ganas de dejarle la cara hecha un mapa por pesado y receloso, pero al que no tienes más remedio que chuparle las partes porque a lo mejor va y suelta la mosca, y resulta que vives de eso.

Claro que tú también puedes ser cliente. Entonces, ni Supermán, ni Franco cuando vivía, ni el Rey de la Creación en bolas y con ganas de kiki. Un cliente, si soy yo, es más que Dios, vaya. Y lo demás no son más que ganas de venir a joder. Un cliente llega al restaurante y se cabrea y monta un expolio y dice bien alto que se entere hasta el de la puerta:

- ¡¿Y a este trozo de basura quemada le llaman hamburguesa Big Brooklyn?! ¡Que venga el encargado! ¡Y deprisita!

Y el encargado, que es un inmigrante que lleva seis meses más que el resto, motivo por el cual tiene derecho a ponerse una camisa negra en lugar del chaleco de colores con alegres chapitas que llevan el resto, lo primero que ha hecho nada más escuchar las voces es esconderse detrás de la barra porque él no vino a esta mierda de país a tener problemas, sino a ganarse la vida y ahora que justo le habían hecho jefe, pues ñaca, viene un capullo de cliente que para qué seguir con la historia.

Ya tenemos una base de partida: el cliente molesta cuando no es uno mismo. ¿Alguien necesita que repitamos? ¿Siguen todos ahí?

¿Y un cliente interno? ¿Qué coño de historia es ésa? Lo dicen los jefes, ya recordarán. Si su jefe lleva gafas de colores y el pelo como de recién levantado, lo dirá. Si es de los otros, lo dirá también, aunque sólo sea porque sabe que todos le van a señalar por no saber de esas cosas. El cliente interno es una de esas cuestiones que salen en los másteres y en los cursos de genios, que además, te cobran lo que no está escrito y tienes que hacer deberes en tu casa y exámenes, pero como te dejas una pasta, siempre te aprueban. Se tiran dos años con un tema y con eso ya tienen para que les pagues la tercera residencia. Tengo un compañero que le mandaron una vez a uno de esos.

- Nivelazo, oyes.
- ¿Y eso por qué?
- Para empezar, no tienen encargado. Bueno, de hecho, allí todos lo son. Acojona. Es de esos sitios en que, aunque eres el cliente, te hacen sentir como si lo fueran ellos.


¿Así que en eso consiste lo del cliente interno? Bueno, en parte sí y en parte no. Yo les explico rápido. Llegará un día tu jefe y os reunirá y pondrá unas filminas con colores muy monas donde sale una persona con la mirada perdida (Siempre salen personas así en las filminas de cuestiones empresariales de gran interés).


El jefe preguntará que quién es el de la mirada perdida, y nadie contestará, porque a saber quién es el de la foto. Entonces, el jefe, mosqueado, y después de aplastarse un poco el flequillo de un poco más y pillas en siesta, dirá: "El cliente, cojones; este señor es el cliente". "¿El cliente de quién?", preguntará uno que va de gracioso y al que me he apostado cincuenta leuros a que no llega a fin de año. "El nuestro", chillará el otro y se le caerán las gafas ésas tan ingrávidas.

O sea, que todos tenemos un cliente. Da igual que los comerciales sean unos capullos, que en nuestro departamento sólo nos dediquemos a reclamar facturas o arreglar los pomos de las puertas. Todos tenemos un cliente. El cliente interno. Que no es más que ese compañero que viene a pedirte tal o cual gestión o cosa, y al que debes percibir desde el primer momento como un cliente, tratando de entender sus requerimientos y motivaciones más profundas.

Que dicho de otra manera viene a ser que le mandes a la mierda como siempre, pero con un poquito más de estilo. Que tenemos que explicarlo todo.

1 comentario:

iperico dijo...

Hombre topo; eres un gran pedagogo. ¡Así que te endosaron a ti las alubias de la posguerra!