lunes, 24 de septiembre de 2007

Lunes de bingo.

Tengo la sensación de que la gente tiene problemas con los lunes. Cuando digo la gente me refiero al menos a toda aquella que conozco. No paran de hablar del asunto. Aunque no les dura mucho. Desde que entran -el lunes- hasta la hora de comer. Luego se les empieza a pasar, o por lo menos dejan de hablar de ello. Será que empiezan a sentir la cercanía de la vuelta al hogar. Al día siguiente, se quejarán del martes, pero ya con menos congoja. Así hasta el viernes, día en el que nadie cree en la existencia de eso que se llama el lunes.


El ciclo se repite. Semana tras semana. Los viernes olvidamos cuanto nos rodea. Pero llegan los lunes y empieza todo de nuevo aunque no por mucho tiempo. El sentimiento vuelve a diluirse a medida que pasan los días. Me recuerda a las bolas del bingo, pero al revés. Al principio tienes la sensación de que vas a ganar. Después, según los bombos van quedándose vacíos, empiezas a olvidarlo todo. Terminas deseando que la partida se acabe pronto y puedas volver a empezar. Es todo igual pero al revés. No sé si me entienden, aunque me importa un carajo. A ver si vamos ahora a ponérselo fácil a nadie.

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