jueves, 20 de septiembre de 2007

Hoy

He llegado temprano a la oficina. No hay nadie todavía. Está bien. Me gusta recorrer los despachos vacíos. Ojalá estuvieran así todo el día. Se está tranquilo aquí. Aún me queda un buen rato hasta que empiece a llegar la gente. El despacho del Consejero Delgado, en la décima, está abierto de par en par. A alguien se le va a caer el pelo. Qué bien sabe el café. Si abro bien la ventana ni se nota que he fumado. Le voy a pillar una de estas USB's que tiene para regalar. Cojones. Soy el rey del universo. No tengo ganas de que venga nadie. Ojalá nevara. Una vez cayó tanta nieve que no vino nadie a trabajar. Yo fui el único que pudo llegar a la oficina antes de que se bloquearan las calles. No sé si fue el día más feliz de mi vida, pero saldría bien colocado en la lista de los mejores. De hecho, recuerdo pocas veces en que me supiera mejor el bocadillo de sardinas de por la mañana. La mesa de juntas perdidita de aceite. Qué gozada. Aquellas manchas que se movían despacio sobre la madera recordaban a las invasiones de la antigüedad. Incontenibles, sin dejar nada a su paso... "He aquí al sufrido pueblo meridional invadiendo la tranquila campiña sajona...". Pedazo de frase. Me quedé todo el día mirando las olitas de aceite. Bueno, a ratos también me asomaba por la ventana. Era para quedarme tranquilo. Mientras continuara nevando, yo seguiría siendo el rey del universo. Tenía la oficina entera para mi, con sus quince pisos. Y sin vigilantes, que andaban todos metidos en su cuartucho frotándose las manos y viendo AnaRosa. Pero, las cosas que me pasan, que no me apetecía más que poner mi cara encima de la mesa de juntas y contemplar lo más cerca posible el lento movimiento de las manchas de aceite. Creo que en ese momento pude haber tenido una visión del mundo y de porqué las personas son como son, pero, francamente, ya no me acuerdo y no me la voy a inventar.



Hoy, sin embargo, es un día de medio verano medio qué, y de aquí a un nada, el personal va a empezar a dejarse caer por la oficina. Me queda poco tiempo de uso del despacho del Consejero Delgado, así que mejor me van dejando en paz.

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