miércoles, 14 de abril de 2010

Más o menos, un día normal.

El hecho tal vez sea importante, yo no lo sé. La gente corre en el metro. Se empujan, se esquivan, te pasa uno por la derecha, la otra por la izquierda, mientras tú caminas tranquilamente por el pasillo. Al final del mismo – o después de los cinco tramos de escaleras-, giras a la derecha y entras en el andén. Y no falla, están todos los que te han pasado con cara de cabreo, esperando el tren al que siempre le falta un minuto para entrar en la estación. No falla, están todos. Se han dejado los pulmones para no moverse del sitio. No sé si es una metáfora de algo, pero la verdad es que se lo merece.



O podría ser que estemos todos gilipollas perdidos. Sin movernos del sitio, clarostá.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me recuerda la queja de un amigo autobusero que se dolía que cada día se levantaba para hacer casi mil kilómetros y acabar deslomado en la mismísima cama (y con la mismísima interfecta, añadía con mayor pesar, si cabía)

el hombre topo dijo...

Hola, Nadna. Qué gusto en saber de ti. No sabes la de cosas que me han pasado en estos dos meses. Pero, ¿a qué no te lo imaginas? Sigo sin moverme del sitio. Cosas de topos, creo.

Besos

Anónimo dijo...

Que no se mueva hace más fácil que le siga sin dejar rastro... ;)

El Profesional dijo...

Es como la san Silvestre (¿No saben que el metro ya llega a Vallekas?) o ir a nadar a una piscina... para acabar siempre en el principio. Yo me voy andando al curro, aunque tarde más y llegue con la lengua fuera.
Como yo tampoco sé si es una metáfora, me quedo despacito, sonriendo a la que me hace sonreir y esperando ver más al topo...

el hombre topo dijo...

Profesional, el topo es un ente enamorado de la gente como usted. Tímido, pero enamorado.