lunes, 7 de septiembre de 2009

Tenemos quien recoja la antorcha.


Reconozcámoslo, quien más quien menos, teníamos nuestras dudas. La juventud se ha vuelto más cómoda con los años, ya nadie quiere cambiar el mundo. Nuestros muchachos, frágiles muñecos arrastrados por el viento de las modas y el consumismo, han venido ofreciendo una estampa más bien desalentadora en los últimos tiempos.

Tanta ropa de marca, tanta pérdida de referencias… (las fotos del Ché o las kufiyas palestinas habían perdido todo su significado, para ser meros elementos estéticos y no muy modernos precisamente). Estábamos mal, muy mal. O al menos eso es lo que parecía hasta este fin de semana pasado.

Y es que, señores, la llama de la juventud nunca se apaga. Cuando uno cree ya que no volverá a ser testigo de acontecimientos históricos, que ya nadie se levantará contra los opresores, clamando contra las injusticia, hete aquí que sendos grupos de muchachos de las entrañables localidades de Lequeitio y Pozuelo de Alarcón, valientes, honestos e idealistas, le plantan cara a las fuerzas del mal, y dicen NO a todo este sinsentido.

No sabemos muy bien qué pedían, pero una cosa es cierta. Por los daños registrados en cada caso –incluyendo heridos y descalabrados de diverso calibre-, han tenido que tratarse de motivos muy poderosos y muy meditados. Los buenos muchachos de clase media no se lanzan a tirar botellas a la policía si no hay por medio ningún ideal que merezca la pena.

¡Salve, muchachos que todo lo destrozáis! Vosotros habéis devuelto nuestra esperanza en el ser humano. Y en el eslabón perdido también.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No se me ría Señor-Tálpido, que lo de la Bastilla principió porque un grupo de amigos hasta aquí de pastís se lió a tirarle chinitas al guardia de la puerta... lo de la liberté, igualté y fraternité se lo inventaron luego los gafapastas de siempre por aquello de darle contenido a las cosas, ya se sabe.

el hombre topo dijo...

Bueno, claro. Y también estaban los que vivían dentro de la prisión, que creo que aún siguen y son muy majos y saludan cuando les echas comida.