lunes, 23 de marzo de 2009

Salve, Héroes de la AIG.


No lo entiendo y no lo entiendo. Esta especie de mierda de inquisición que nos ha entrado a todos. Vivimos en un sistema bueno y que cuida de nosotros, un sistema que nos ha levantado del pulimiento del sílex hasta los grandes centros comerciales de las afueras, y aún nos quejamos.

Y aún nos quejamos, no. No sólo aún nos quejamos. Aún denigramos a los que lo han hecho todo posible, los que mueven las rueditas y los engraneles, los que nos pagan un poquito para que gastemos, los que se toman el trabajo de darnos curro y ponernos una mesa y una silla y un pecé y una máquina de cafeses al fondo de la planta, con su biombo para la privacidad de la ingesta.

Nos han dado todo y ahora que se merecen un poco de gracias y toma este pastofen, pues nada, que se lo negamos porque vamos de nuevo órden mundial de todas las putas cosas. Que si sois unos bastardos avariciosos y que dimita todo dios, y la pasta que se la quiten ya mismo, y vaya una mierda que nos llevan a la bancarrota, que se ponen hasta las células en un resorte de esos que los pobres sólo pueden entrar por la puerta de servicio.

Pues sí, ¿qué pasa?

¿O es que ya no vivimos en un sistema de la capitalización hasta la médula? ¿Somos o no somos de la cuestión de que sólo manda la pasta? ¿Nos hemos hecho ahora rojos de mierda y resulta que no me he enterado? ¿Somos de esos que salvan las ballenas y chupan pollas?. A ver si ahora el capitalismo va a ser el malo de la película. No nos quejábamos tanto cuando nos dejaron comprarnos la multipropiedad.

Dejemos vivir a la buena gente que nos sacó de la calle y nos puso un estudio-dormitorio decente.

Vamos hombre. Coño, ya. Hasta el pucherete que me tienen.

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