jueves, 10 de julio de 2008

Defensa y Ataque - 2

Todo en esta vida es cíclico. Todo vuelve, como el agua que gira incansable en la rueda del molino a la vera del río, morena clara. Y como el agua y el molino y el tipo que viene a cobrar los impuestos al molinero, también regresa el pequeño capullo imbécil de la Oficina de Seguimiento de Contratos, tono abrupto incluido.

En realidad, doble tono abrupto esta vez. Pues lógicamente, y tras varios días de preguntar cerca y lejos, al muchacho alguien le ha terminado por contar:

que lo de las reservas por movimientos en curso y el recálculo ponderado por anualidad vencida son dos camelos.
que hay camelos mayores que ésos dos, pero ninguno es de este siglo.
que si el que le ha hablado de los movimientos esos en curso es el Hombre Topo, le han tomado el pelo hasta la raíz del corvejón.

Una jodienda, que se dice. El muchacho, que apenas lleva seis meses en esto de mandar, ha sido humillado y de muy mala manera; ya se habrán imaginado que el rumor de que el Hombre Topo le ha tomado la pelambrera se ha extendido desde el ático del Conejito Degradado hasta el sótano de los putos informáticos. No ha tardado mucho en regresar. La diferencia es que ahora me odia con motivos, no como antes, que me odiaba en genérico (por ser viejo y no muy delgado y no jefe). Bueno, yo creo que en eso al menos me debería estar agradecido, no hay nada más feo en la vida que odiar sin motivos.

Bien y bueno y vámonos que nos vamos, señores, que el colectivo no espera. Que nadie dude del oficinista zen, que surca los espacios con la gracia de los ánades y la contundencia del estropajo antibacterias. Ha llegado su momento.

Parada la primera estocada, es hora ya de embestir. Eso sí, siempre elegante, cual vestal que sortee las dificultades con movimiento leve de cintura.

- Hombre, Gafapasteguía. Muy buenos días.

Gruñido de respuesta. Habéis coincidido en el garage, es por la mañana y el muchacho acaba de bajarse de la que parece el gran amor de su vida, una Ducati nosecuántos, lo que llamaríamos su pequeña flor de loto, esa dulce y serena alegría que le hace cambiar la expresión de su cara.
Aunque en ese momento no lo parezca por la carota de asco que me dedica, López-Gafapasteguía es una personita necesitado de mucho amor. Y si no, vean.

- ¿Te gustan las motos?

Gruñido segundo.

- Yo tengo tres. Una Harley Ultra Glide para paseos y esas cosas. Una Triumph TT Special 650, la que usaba Steve MacQueen en “La Gran Evasión”, y una BMW 1200 para el desierto.

Mentira, claro. Yo no tengo coche ni moto. De siempre fui mucho de ir en metro y aprovechar las horas punta para arrestregarme bien con las prójimas. Tuve un 850 coupé de joven, regalo de mi padre cuando me saqué el título de Oficial de Primera, pero lo estrellé contra una encina centenaria cierta noche de verbena en el pueblo mi abuela. Hasta hace un par de veranos me dijeron que aún quedaban restos por el lugar. Y de motos, sólo me sé tres modelos. Los que me miré en Internet media hora antes de bajar a esperar Gafapasteguía.

Por cierto, sólo una frase y su cara recuerda a la de los besugos en las pescaderías, así bocaza abierta. Un poco bastante.

- La verdad es que son herencia de mi padre. Él era muy aficionado. Bueno, la BMW, no. Esa me la estoy comprando a plazos…

Pausa que ayuda al resultado final.

- Por cierto, que tenías tú razón con lo de los listados. Que no hacían falta las reservas de los movimientos en curso. Hay una orden ministerial de primeros de año que lo deja bien claro. No sé cómo se me ha podido pasar. Menos mal que tú sí que lo habías visto…

Una descarga de trompetas hubiera venido bien. Por lo del momento solemne, ya me ven de venir. A Gafategostegui parecen entremezclársele los sentimientos: confusión, odio, amor, desvalimiento y miedo ante la visión del ser absoluto… Confirmado, el muchacho es como todos los de su edad y condición: imbécil y con MBA acreditativo.

De tal manera que el siguiente paso parece más que claro…

- Lo malo –le digo- es que voy a tener que rehacer todos los cálculos. Voy a necesitar unos días. ¿Cuánto tiempo tengo? ¿Es una Monster? ¡Qué grandes estos italianos! No hay quien diseñe como ellos –los foros de Internet, sabiendo buscar, dan cantidad de frases hechas, no hay ni que pensar, sólo soltarlas en el momento adecuado.
- Mmmm… Sí… No….
- ¿Una semana? ¿Diez días…? Mira que me hubieras dado un disgusto si te veo aparecer con una de esas basuras japonesas... –la moto que tenía hace un año el gafitas era una Yamaha nosecuales.
- No, no… eso sería lo último… -replica el muy hipócrita.
- ¿Te parecen mucho diez días?
- No… me parece bien. Se ha terminado el plazo, pero creo que podría conseguir algo más…
- Fenómeno… ¿y no es muy incómoda la posicion para los antebrazos? Yo la probé hace tiempo, la Monster digo, y no me dio confianza. Entre tercera y cuarta, por ejemplo, si no cambias con fuerza, nada…Y el freno de atrás me pareció que hacía mucho ruido –les juro de la vida que lo he leído en Internet, les daría la dirección, pero una cosa es revelar mis métodos y otra muy distinta, quedarme en bolas-; ¿tres semanas dices que me das…?
- No, no…
- Ya me imaginaba yo que te pedía mucho… Es que se me han juntado tantas cosas que... pero bueno, si me quedo un par de noches en la oficina…
- ¡No, hombre, no! Me refería a que no era incómoda. Que se cambia bien. Tómate el tiempo que necesites.

Más trompetas. Gafarrategoyena está en la trampa. Me voy a tomar todo el tiempo que necesite. Y un poquito más también.

No hay comentarios: