martes, 23 de marzo de 2010

Los Principios Corporativos



Sí, amigos, tenemos unos principios. Claro que si no les gustan, como decía el evangelista, tenemos otros.

Tenemos una compañía que hace dinero, y que si no lo hace se lo pide al gobierno, que es como que están de rebajas, porque si no te lo dan a la primera, les dices que les pones mil quinientos tíos en la puta rúa, y a ver quién puede más, y al final, ya se sabe.

Tenemos una compañía que echa a la gente y la pone en el paro porque este trimestre no cumplimos la cuota, pero también tenemos una compañía solidaria que ayuda a Haití y manda artículos de primera necesidad como botas de montaña y bolígrafos recargables; y lo mejor, lo ponemos en nuestra web corporativa: ayuda a Haití, mándanos tu subsidio de desempleo, que nosotros se lo daremos a una ONG en efecto, amigos.

Tenemos unos principios que son inalterables, al menos mientras no nos manden posters nuevos desde la Central. Unos principios que te cagas, señores. Integridad, compañerismo, orgullo, fiabilidad, trabajo en equipo, responsabilidad… no me jodas, Lupita, a ver quién supera eso.

Los ponemos en carteles, los ponemos en la web. Los ponemos en la documentación a clientes y en las facturas que les mandamos, por la parte de atrás, para que todo el mundo sepa y todo el mundo esté seguro de lo que puede esperar de nosotros: integridad, trabajo en equipo, esas cosas que le dan sentido al capitalismo humano, al nuevo modelo económico, a las empresas con responsabilidad social corporativa y a su puta madre, ay qué cosas.

Ayer mi jefe me pidió nombres del departamento. Le han dicho que de los ocho que quedamos sobran por lo menos dos, y como es nuevo y las gafas de pasta no le dejan ver el cuadro, nos llama al despacho y como muy en plan “oyes, esto entre tú y yo, en plan colegas…”, te pregunta, ¿tú qué opinas de quién sobra? ¿Ramírez-Mocos? ¿González de la Gran Mancha Justo Ahí?... dime, anda, entre nosotros, anda, que de aquí no sale, anda….

Y tú le miras a la cara, a las gafas y al incipiente cartón. Le miras mucho antes de decir nada. Quieres pensar en algo... tipo magreo en la barra del Airis con la Maritornes. Lo que sea menos dar nombres. Cualquier cosa menos decir al gafapasta un nombre que él luego use contra mi; porque después llamará a Ramírez-Mocos, y le dirá que fui yo quien di su nombre.

No consigo pensar en nada. Me distraigo con los principios corporativos. Los tiene pinchados en la pared, justo a noventa centímetros detrás de su cartón… soy un embajador de mi compañía…, el cliente es el centro de todas nuestras acciones y motivaciones…, somos responsables,… somos predecibles…., somos íntegros….., mis compañeros son mi cliente…, pertenezco a una compañía…, evito los personalismos….

Creo que no me he dado cuenta, pero es posible que los haya leído en alto… El tío me ha echado del despacho. Dice que estoy en su lista, que somos ocho y sobramos uno y yo. Pues qué bien con los Principios Corporativos…